Carlos Berlanga |
Textos |
Extraído de la propia web de Carlos Berlanga.
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Por C. G. Berlanga e I. Canut |
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capítulo I |
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“!Odio
estos vendajes, sobre todo a 5.000 metros de altura! ¿Y si me explotan los
implantes? ¿Por mucho que viajes en primera, las turbulencias son las
mismas, y encima me está empezando a subir el rohipnol que le he pillado a
una de las azafatas de clase turista, la que he visto con mas pinta de yonki.
Me he tirado encima del modelito y el powerbook, la Diet coke que acabo de
pedir. El Dodi look- alike que llevo en el asiento de al lado me está
intentando ayudar a quitarme el vendaje, pero se supone que tengo que
esperar todavía una hora. ¿Qué hago? Cómo llego yo con esta pinta a Barajas,
dopada como voy, recien salida de dos clínicas, una de desintoxicación y
otra de cirugía estética, y toda pringada de sirope de cola. NO LES VOY A DAR ESE GUSTO A LOS PAPARAZZI.” Agencia Tas: La única empresaria de la
aristocracia española que aparece “Menos mal que este vuelo hace
parada en Londres. Dios me vino a ver cuando la agencia de viajes me dio
este pasaje con escala, con lo mal que me sentó, mira por donde ahora me va
a venir bien.” |
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Antes de aterrizar se liberó de las
vendas, se dió un poquito de base, para tapar los restos de la operación y
se puso sus gafas Stussy. No habia nadie para recibirla, se despidió del
Dodi serie B, que le había ofrecido su casa de Londres (menos mal que no la
reconoció). Su jet privado la estaba esperando. Mientras compraba chucherías
en la Duty-free decidió su destino, el más inesperado, Extremadura, tierra
de conquistadores, allií tenía su último reducto, el anonimato asegurado,
una finca de 15.000 hectareas donde su padre, actualmente encarcelado por
martingalas financieras, construyó un aeropuerto privado de lo más mono. La
finca llevaba el mismo nombre de la marca de embutidos, base de su fortuna,
Elvis de Monroe. Para una mujer del status social de Irene no había trámites aduaneros, y eso que tenía un pasaporte divino, le encantaba enseñarlo, lleno de autografos de famosos. Cargada de bolsas de patatas chips (al vinagre) y revistas chics, se dio de bruzes con Solange subiendo la escalerilla de su avión. Solange, una mujer insignificante en apariencia, imperceptible, invisible pero imprescindible para Irene, como lo fue la penicilina para la humanidad, es decir altamente necesaria. - ¿ Solange, cómo me ves? |
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© C. G. Berlanga / I. Canut, 2000
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Por C. G. Berlanga e I. Canut |
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capítulo II |
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Los
pocos kilómetros que separaban el aeropuerto de la finca la sumergieron en
una nebulosa de la que no recuerda nada, eso sí tuvo varios deja vus. Al
llegar a la casa la esperaba todo el servicio en formación y con sus mejores
galas, un estilo mas inglés que extremeño. Le trajo a la memoria una escena
de una superproduccion de James Ivory . No recordaba que tuviesen tanta
gente trabajando, y se preguntó quien habria diseñado los uniformes. Tampoco
tenía la cabeza para detalles de ese tipo, así que hizo una nota mental para
indagar sobre estas cuestiones al dia siguiente. En cuanto puso el tacón de
sus botines de Manolo Blanhik en el suelo se le acerco Ramira, el ama de
llaves. Por su manera de comportarse, su peinado, moño bajo, y su vestimenta
elegante y atemporal, Irene, aún medio dormida ,notó la sorprendente
metamorfos de la que años atrás llamaron La Castilleja. Evidentemente habia
visto Rebeca de Hitchtcock por la tele (porque lo que es el cine no
lo había pisado desde su infancia, no lo había pisado por una promesa, que
como veremos más adelante, tendrá mucha importancia en la vida de nuestra
simpática protagonista). En cuanto entró al hall notó que todo había cambiado en la casa. La decoración era diferente, como diferentes eran los nuevos uniformes del servicio, cambios que en aquel momento pudo reconocer pero no evaluar. Subió a su habirtación, se metió en la cama y antes de dormirse profundamente, levantando accidentalmente el embozo reconoció en aquellas sabanas la firma de Sibyla. ZZZZZZZZZZ... Estuvo 120 años durmiendo, o eso le pareció a ella, en realidad fueron solo 18 horas, que para haberse tomado 2 rohipnoles (se tomó el segundo, a espaldas de Solange, en su jet privado) no es tanto. Apretó la perilla (pensando que había que encontrar otra manera de llamar al servicio). La Castilleja se presentó ipso facto. Descorrió las cortinas, descubriendo un maravilloso paisaje de jaras florecidas y encinas. - Buenos dias Ramira. - Señorita Irene, ¿qué quiere de desayuno? - Déjate de desayunos y preparame el baño. Ah! y despierta a la señorita Solange. ...Bueno una rebanada de pan tostado con ajo y aceite no me vendría mal. La Castilleja puso cara de horror, acababa de abrir una lata de caviar Beluga y una botella de vodka Absolut helado, el desayuno habitual de la señorita Fitzcarraldo. - No pongas esa cara, ¿no has oido hablar de la dieta mediterranea? Medio amodorrada , bajo los efectos de la resaca de pastillas y aun dolorida por el postoperatorio (recordemos que no haíia ni una semana que había intentado, y conseguido, mejorar sus facciones a golpe de bisturí) se dirigió en pelota picada al cuarto de baño. El ama de llaves no pudo por menos que reparar en el extraño símbolo que llevaba Irene tatuado en la nalga izquierda. - !! Malos tiempos se barruntan !! Como decía mi madre, tatuado, encarcelado y condenado. Irene no pudo reprimir una risa. - ¿Pero en que mundo vives, Ramira? Si hoy ya va tatuada hasta la Chavarri. No me extrañaría que tu misma tuvieses alguno, con lo moderna que has sido siempre, bueno hasta que te dejo aquel... - ¡¡ Basta !! Ramira salió dando un portazo, las carcajadas de Irene resonaron a traves de la puerta. En el pasillo esperaba Solange, que había escuchado todo y no había querido interrumpir. Entró sin llamar. |
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- Ya era hora, chata. Llevo despierta
desde las diez y he visto cosas muy raras. Irene se enjabonaba en la bañera ajena a todo lo que no fuese el mundo de la hidratación y el universo de la higiene de sus poros. - Para empezar hay mucho más servicio del que había ante, y llevan todos la nariz recién operada, y el mismo modelo de nariz. Y por cierto desayunan caviar, ¡¡si antes les daba asco y decían que sabía a sardina-arenque!! - Ja, ja, ja. Pero Solange, ¿qué me estás contando? - Lo que estás oyendo, pero es que además, mientras desayunaban estaban leyendo revistas, pero no te creas que el Pronto o el QMD, no, no, el Vogue, el Forbes, el Vanity Fair, el Skin two, el Fortean times y el Advocate. Irene casi se ahoga de la risa. - Solange, me parece que estás mas colgada que yo. Vete a dar una vuelta por el pueblo mientras yo voy a intentar poner un poco de orden en esta casa de orates. Irene no quiso hacer caso de las supuestas fantasías de Solange. Bajó hacia la cocina como una rosa, feliz, hidratada, perfumada y descansada. En Elvis de Monroe la cocina era uno de los puntos neurálgicos de la casa (arriba y abajo). La ultima vez que Irene estuvo en la finca, quizá debido a las vacaciones de su padre en Alcala-Meco (le habian caido 15 años) y el pasotismo cosmopolita de nuestra simpática protagonista, el servicio era poco, escaso y malo. Aparte de Ramira, había solo dos chicas del pueblo que no hacían más que romper cosas y una especie de mayordomo que se traía chulos que le daban continuos palizones, con el consiguiente escandalo (llamada al 091 y a la casa de socorro). Este pintoresco personaje actualmente trabaja con gran exito en un canal autonómico presentando películas de folklóricas de los años 60. Las vueltas que da la vida. Nada que ver con lo que se encontró aquella mañana. Aquello parecía un casting para Melrose Place, eso sí todo el mundo uniformado (¿Chanel? Sí, claro). Se quedo muerta ante la visión, había de todo, desde una Morgan Fairchild a una Heather Loacker, de un Cameron a un Brad Pitt. Irene no es una mujer que se sorprenda con facilidad y desde luego que su rostro no denotó su extrañeza, !bonita era ella¡ - Ya tendremos tiempo de conocernos. Por cierto tú, la que estás leyendo el George, cuando lo acabes me lo dejas. La aludida le lanzo una mirada de desprecio. - Sólo quería saber donde esta Ramira -les espetó Irene. Un chico muy mono que se presentó como valet de chambre (¿De quién?) le contestó. - Se refiere a madam La Chateulette. Irene penso para sí que Solange tenía razon, algo habia cambiado en Elvis de Monroe. - De Chateulette nada, coño, La Castilleja. Se hizo un silencio sepulcral y todo el servicio la miró con la misma cara que le pone Scully a Mulder cuando dice algo inconveniente o exagerado. Una chica de las menos agraciadas le guiñó el ojo y le hizo unas morisquetas, ella entendió perfectamente que quería tener una conversación privada con ella. Efectívamente, en cuanto Irene salió al porche la jovencita, que se daba un aire a Wynona Ryder, le puso un dedo en la boca, le cogió de la mano y la llevó a los establos (Irene pensó que en otro momento se la habría tirado pero no hoy, no ahora, a estas horas de la mañana). - Me llamó Lola, ahora no puedo hablar, pueden sospechar, vaya al pueblo al Harry’s y pregunte por el bebedor. Me tengo que ir, adiós. Antes de salir corriendo le lanzo una mirada muy ambigua. Irene se quedo de piedra. - ¿Un Harry’s bar en Belbis? Ummmm. |
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© C. G. Berlanga / I. Canut, 2001
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