




La ambientación electrónica predomina en “Me conformo así”, que abre este EP con un delicioso medio tiempo en tono comedido para ilustrar la resignación que surge cuando se opta por sufrir en secreto el amor no correspondido. Sube la intensidad con la nostalgia edulcorada de “Centro comercial”, con un gran estribillo donde se desgranan recuerdos de los rituales de ocio y de las amistades con las que se vivieron las primeras aventuras juveniles. Tras un sosegado interludio instrumental (“Respira”), vuelve a sumergirnos en otro baño de juventud en “Cena con amigas”, donde exhibe la extraordinaria fuerza melódica de los teclados analógicos, con una letra que evoca los inicios de La Casa Azul, plasmando esa torpe ingenuidad propia del romanticismo adolescente, pero con una efervescencia más apagada, como diluida entre el océano de inseguridad y la amarga sensación del rechazo casi inherente a las primeras relaciones. El sonido parece endurecerse en “Con las luces apagadas”, donde las guitarras se apoderan del protagonismo de los teclados, adquiriendo en el estribillo un tono melódico más áspero y misterioso, al explorar la desconfianza y los celos en una relación. Como si ello contribuyese a preparar un apoteósico final con la logradísima remezcla envolvente de “Baile de cifras”, esa trepidante maravilla superbailable facturada por el grupo underground gaditano Que bailen los demás, al que rinde un merecido tributo.
La extrema sencillez y la indisimulada sensiblería de las letras de René parecen premeditadas para llevarnos a ese terreno tan perdidamente sentimental en el que se mueve con habilidad en esta breve pero intensa entrega. Esperemos que la locura que según el autor ha generado estas emotivas canciones no haya sido transitoria, y pueda seguir deleitándonos en sucesivas propuestas de corte electrónico con esa retrospectiva emocional tan rejuvenecedora y gratificante.
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