| |
Julio Medem: “Ana es una oda a la lucha de la mujer por la vida”
A modo de promesa final, Julio Medem decidió rendir homenaje al carácter “siempre jovial, positivo y luminoso” de su fallecida hermana Ana en forma de película “que en principio tuvo forma de comedia hasta que apareció el caos y el guión cobró vida propia. Hace cuatro años estaba en un estado depresivo, pero esta película fue un viaje de descubrimiento que me logró sacar de ahí y pude volver a disfrutar de mi trabajo”, afirma.
Y de eso va Caótica Ana, del trayecto que emprende a los 18 años una joven que vive con su padre en una cueva de Ibiza y es amadrinada por una mecenas de las artes que en Madrid tiene una casa donde jóvenes artistas se manifiestan con libertad absoluta. Ese viaje le lleva a descubrir en forma de cuenta atrás, usando la terapia de la hipnosis, que su existencia es la continuación de otras vidas de mujeres jóvenes, siempre mártires o heroínas, que murieron de forma trágica y todavía habitan en su memoria inconsciente, donde radica su caos vital. Ana intentará romper la cadena de violencia ancestral que asoma en las puertas que pinta.
Sobre este posicionamiento místico de inmortalidad, el director de Vacas y Tierra opina que “estamos conformados por el material de los muertos, es una especie de arcilla que contenemos y que está en nuestra memoria. No sé si hay paraísos o espíritus, pero sí que estamos completando la existencia de otros que ya murieron”.
Pero tras el personaje de Ana no se esconde su hermana: “Lo único que hay de ella son sus cuadros, que pintaba con cera y colores naif, junto a su carácter extrovertido. Lo demás es del personaje”. Lo que sí existió fue un crecimiento del director al mismo ritmo de la Ana ficticia: “Es como una fusión inteligente. Me interesó la contradicción de un personaje tan luminoso que a la vez contiene algo remoto y oscuro”.
Además de ofrecernos esa visión de la inmortalidad, Medem se postula políticamente en dos candentes temas: la guerra de Irak y el conflicto saharaui-marroquí que vivió de cerca al participar en un festival de cine que actores y realizadores españoles organizan cada año en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia).
Por ello, su séptima película es en sí misma una enorme metáfora, “una oda a la lucha de la mujer por la vida”, que parte de la base de una dicotomía de la figura del hombre “como ser que es más frecuentemente capaz de matar y la mujer que suele ser más proclive a la procreación aunque los personajes que presento en la película no toquen los extremos”. Según dijo, “toda la película es para Ana, madre de todos los ‘hombres buenos’, un aprendizaje que culmina en la escena final” en la que se venga de uno de los ‘hombres de la guerra’, en este caso de Irak.
El personaje de Ana es interpretado con gran fuerza por una jovencísima debutante, Manuela Vellés, que asegura que “Ana tiene muchas cosas que admiro, sobre todo el optimismo vital. Intento rescatar para mi vida personal muchos de los sentimientos que volqué en el personaje”. Junto a Vellés, el reparto internacional lo completan los británicos Charlotte Rampling y Asier Newman, el francés Nicolás Cazalé y los españoles Bebe y Raúl Peña. |
