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Cuatro películas ‘terribles’
Death Proof
Puntuación: 3 estrellas
El trabajo de Quentin Tarantino para el díptico Grindhouse (la otra mitad fue Planet Terror de Robert Rodríguez) se basa en el subgénero del ‘slasher’ -películas de crímenes sangrientos- al que une la adrenalina de las persecuciones de coches.
Con todas sus peculiaridades y errores, Death Proof es puro Tarantino, empezando por la construcción de personajes que viven de la industria del ocio y hablan sin parar de cultura pop.
Y siguiendo por el enorme tiempo que dedica a las conversaciones entre las chicas, lo que da como resultado su cinta con más diálogo, aunque esta longitud y excesiva trivialidad provoque alarmantes bajones de ritmo en las dos mitades diferenciadas estilísticamente que forman esta bicéfala historia. Dos partes en las que el perseguidor se convierte en perseguido, y las chicas pasan de asesinadas a letales vengadoras.
El amigo Quentin no olvida añadir sus trucos de color al estilo Kill Bill y movimientos de cámara que reiteran su gran admiración por el cine de acción y de samuráis de los 70 y 80. Y es que eso es Death Proof, el homenaje que un hijo pródigo del ‘peor cine de la historia’ realiza a los largometrajes a partir de los cuales ha creado sus obsesiones argumentales y estéticas, y de paso una de las carreras cinematográficas más envidiadas y personales.
Salvo el papel del pervertido asesino que interpreta Kurt Russell, el resto de personajes son mujeres, ofreciéndose a través suya diferentes visiones de la condición femenina siempre desde el punto de partida de la mujer fuerte, independiente y dura del siglo XXI.
Hacía tiempo que en el cine no se retrataba a un asesino tan despiadado como perturbado en su forma de operar. El antiguo especialista de cine Mike selecciona cuidadosamente a sus víctimas, las corteja levemente, elige el momento apropiado para matar, y comete los crímenes siempre contra un grupo de amigas y al mismo tiempo en un supuesto accidente de tráfico en el que encuentra el placer sexual.
Mike realmente es un ser castrado, un parafílico que hace el amor -más bien viola- al matar con su coche a muchas chicas al mismo tiempo.
Sospecho que en su vigorosa filmografía, Death Proof quedará inevitablemente como una obra menor que no alcanza la calidad de anteriores trabajos. Pero no por ello deberíais dejar de verla. Si lo hacéis, disfrutar de dos momentos realmente excelentes: la novedosa puesta en escena del primer accidente criminal y la larguísima y frenética persecución final entre Mike y las chicas.
Lo mejor: Como siempre la fotografía y el sentido del humor que impregna toda la película.
Lo peor: Caídas de ritmo por el exceso de diálogos a veces triviales y el abuso de tópicos y clichés ya característicos de Tarantino.
La carta esférica
Puntuación: 1 estrella
El fortuito encuentro entre un capitán de barco apartado de su ejercicio profesional y Tánger, una mujer atractiva y misteriosa que trabaja en el Museo Naval, marca el inicio de una relación amorosa-laboral tras el hallazgo de una carta marina del siglo XVIII a través de la que se puede localizar el paradero de un galeón jesuita hundido frente a los costas de Cádiz y en cuyo interior se conserva un tesoro de oro y joyas que llegaban desde la Nueva España.
Con la ayuda del propietario de una embarcación, los tres navegan desde Cádiz a Cartagena en busca del barco hundido, distrayendo a las autoridades y luchando contra Nino Palermo, un enigmático italiano que intentará adelantarse a ellos en el rastro del galeón y con el que Tánger parece haber tenido algún tipo de relación anterior.
Como película de entretenimiento, la adaptación a la gran pantalla de esta novela del escritor Arturo Pérez-Reverte se deja ver si no hay nada mejor que hacer, pero es tan ramplona y previsible que una visión atenta de la historia permitirá al espectador ir un paso por delante de las acciones de los protagonistas, previendo giros y situaciones que uno no puede creer que ellos no presientan. Hasta el final se ve venir desde bastante tiempo antes de que se narre.
Imanol Uribe es el director de este intento de thriller dramático. Y digo intento porque la excusa del hallazgo del barco hundido –a parte de aburrida y estirada al infinito- muy pronto cae en el olvido para que el espectador centre su mirada en la desaprovechada relación amorosa entre los personajes de Carmelo Gómez y Aitana Sánchez-Gijón.
Los personajes son de folletín y los malos de telenovela, aunque hay que destacar el siempre eficaz trabajo de Carmelo Gómez. Aitana Sánchez-Gijón, que va de enigmática y no le sale, sólo diré que anda más perdida que un pijo en un poblado chabolista.
Lo mejor: Carmelo Gómez y algunas escenas marinas.
Lo peor: Lo ramplón del guión, todo el tiempo sabes qué pasará.
Carretera al infierno
Puntuación: 0
Por esas ‘extrañas casualidades del negocio’, Death Proof no será la única cinta en la cartelera que nos hable de despiadados criminales que aterrorizan a tiernos adolescentes que viajan en su automóvil por algún desértico paisaje. Con tan sólo una semana de diferencia entre la una y la otra, han llegado a los cines Carretera al infierno y Wolf Creek.
Si no fuera porque uno de sus productores es Michael Bay, seguramente Carretera al infierno no se hubiera estrenado (quién sabe si realizado) y desde luego nunca hubiera llegado a España salvo en forma de telefilm barato para noctámbulos con ganas de pasarlo mal.
Durante 78 eternos minutos, se nos somete a una persecución sin cuartel por las carreteras de Nuevo México. De un lado, dos jóvenes que van a pasar un relajante fin de semana en un lago. De otro, un criminal que disfruta provocando el pavor y asesina sin ningún tipo de móvil a todo aquel que se cruza en su camino en alguna de las larguísimas carreteras del estado. Y entre medias, todo un ejército de policías que, mire usted que pena, son incapaces tan siquiera de descerrajarle un disparo al implacable asesino que no se magulla apenas ni cuando vuelca una furgoneta y da varias vueltas de campana. La dirección general de tráfico debería consultarle cómo lo hace, evitaríamos esas miles de muertes que tanto nos recuerdan en esos paneles luminosos informativos que sirven de todo menos para informar.
Dicho lo cual, no encontraréis en este subproducto bastante vulgar ni un solo atisbo de suspense, por supuesto nada de originalidad, ni, faltaría más, sentido del humor, porque lo peor de todo es que todos los actores y el director se creen todo el tiempo que están rodando Los pájaros, película a la que en algún arrebatador momento de poesía criminal pretenden homenajear. Más bien parodiar, a tenor del lamentable espectáculo.
Lo mejor: Que se olvida nada más salir del cine.
Lo peor: Todos los personajes tienen el coeficiente mental de un chimpancé africano.
Wolf Creek
Puntuación: 2 estrellas.
Si cambiamos las carreteras de Nuevo México por las de Australia, contratamos a otro tierno adolescente más que ser asesinado, le restamos acción y añadimos algunas buenas dosis de terror y colocamos a un asesino que, más que matar por matar, disfruta torturando a sus ‘amiguitos’, tendremos el resultado (mucho mejor) de Wolf Creek. Una cinta de terror (esta sí) mucho más lograda, aunque muy distante del primer cine de Wes Craven del que tantas referencias toma.
Grez McLean, guionista y director de esta inquietante y por momentos interesante película, demuestra un correcto manejo de las claves del género y dota de acertados giros al guión, del que destaca el personaje del asesino, sin duda un tipo a la altura de legendarios carnicidas cinematográficos. Esta vez es un viaje turístico la excusa para adentrar al espectador por unos paisajes australianos realmente inquietantes que se nos muestran con el efecto de grano y bruma que provoca el uso de cámara digital.
Tres jóvenes deciden salirse del camino marcado para ir hasta un volcán que no sale en los mapas. Lo que tampoco salía, obviamente, era el terror al que serían sometidos por un individuo que disfruta provocando dolor. Puede que esta sea una de las mejores películas de terror del año (muy por encima de Hostel 2 y El retorno de los malditos, a las que se asemeja bastante).
Lo mejor: Los acertados giros del guión.
Lo peor: Falta de profundidad en algún momento por una historia que se encorseta demasiado a sí misma. |