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Shrek Tercero
Puntuación: 2 estrellas
En este 2007 repleto de trilogías, ha llegado el momento de que el ‘ogro verde’ complete la suya con el estreno de Shrek 3. En esta entrega, tanto Shrek como Fiona se encuentran ante un gran dilema: reinar en el país de Muy Muy Lejano. Situación en la que se ven involucrados después de que estire la pata el padre de Fiona, el rey-rana Harold.
Shrek se convierte en resignado candidato a la corona. Pero en su lecho de muerte, el rey Harold le confiesa que el segundo en la línea sucesoria es Arturo, un primo de Fiona del que hace mucho que no tiene noticias.
Dispuesto a librarse como sea de la obligación de reinar, Shrek marcha a la búsqueda de Arturo acompañado de sus inseparables Asno y Gato con Botas. Pero mientras el ogro está ausente, su viejo contrincante el Príncipe Encantador reaparece en toda su hermosura y regresa al reino de Muy Muy Lejano con una idea metida en su cabecita: tiranizar al que considera su reino.
Esta tercera parte dista mucho de la brillantez y frescura de anteriores entregas. La narración se torna más plana y lineal, se desaprovechan estupendos secundarios como Asno y Gato con Botas (con ‘spin-off’ en preproducción) y el nuevo personaje, Arturo, no termina de cuajar.
Por eso los guionistas se apoyan más que nunca en una pléyade de personajes secundarios extraídos de los cuentos infantiles y que constituyen el mayor acierto y los mejores momentos. Ver a Merlín convertido en un asceta ermitaño que odia la magia, a una Blancanieves ególatra que regala enanitos a sus amigos o a una Rapunzel envidiosa, intrigante y chaquetera es cuando menos curioso.
Lo mejor: El trabajo de Antonio Banderas en el doblaje del Gato con Botas y las secuencias donde los protagonistas son los secundarios.
Lo peor: Se evidencia que la trama principal en torno a Shrek está gastada y más estirada que un chicle. Veremos qué pasa en la anunciada cuarta parte.
Last days
Puntuación: 1 estrella
Aunque la idea original era rodar una película sobre los últimos días de Kurt Cobain, el director Gus Van Sant pronto se dio cuenta de la enorme complejidad de afrontar este ‘biopic’, sobre todo teniendo en cuenta la escasa información existente sobre el delirio emocional final de quien fuera líder de Nirvana y los problemas que su viuda podría ocasionarle.
Fascinado por el suicio de Cobain, Van Sant se adentra en los fantasmas, los miedos y el desasosiego vital de un torturado cantante llamado Blake, que vive retirado en una casa en medio de un bosque por el que vaga como alma en pena.
Mucha gente le busca: sus amigos, sus managers, su discográfica, e incluso un detective privado, pero él no quiere que le encuentren. Blake pasa casi todo el tiempo solo. Sus demonios le llevan a recluirse en sí mismo, a balbucear expresiones ininteligibles, a encontrar el descanso definitivo sólo cuando interpreta su música o alcanza por fin la muerte.
Aunque no haya sido de forma consciente, el director completa con Last Days una triología sobre la muerte y la adolescencia que ya tuvo sus precedentes en Gerry y Elephant. A pesar de ello, esta historia que ahora llega a nuestras pantallas fue la primera en nacer aunque estuviera guardada en un cajón mucho tiempo.
El ‘alter ego’ de Cobain está interpretado por un sorprendente Michael Pitt (apuntar este nombre), al que recientemente hemos visto en Delirious y cuya prometedora carrera artística va por muy buen camino. Durante el rodaje, Pitt sólo comió fruta y cereales, lo que le llevó a padecer de unos dolores físicos cercanos a los que podría sufrir el personaje al que interpretaba.
Acostumbrados a que anualmente los experimentos cinematográficos de Van Sant se conviertan en incomprensible carne de los festivales de cine más reputados, Last days es otra película fallida más de un director hipervalorado que un día rodó las espléndidas Mi Idaho privado y Drugstore Comboy y se echó a dormir.
Desnudando la historia de aparatos narrativos convencionales, Van Sant despliega sonido, imagen y muy pocas palabras para crear una película de paisajes emocionales. Pero el enfoque estético del film y su perturbado lirismo no salvan esta enorme paja mental que se regodea permanente en sí misma y presenta errores evidentes de montaje en pro del experimento.
Lo mejor: Michael Pitt se mete en la auténtica piel de un personaje tan torturado como este Blake/ Kurt Cobain
Lo peor: Que tras la apetecible y desconcertante secuencia inicial, se esconda una película pasada de lirismo y de experimentación que no lleva a ningún lugar.
Crónicas
Puntuación: 4 estrellas
Con la voluntad de reflexionar sobre ese periodismo sensacionalista que gobierna y manda en las parrillas televisivas de medio mundo, el director ecuatoriano Sebastián Cordero se adentra en la investigación periodística que persigue la pista al ‘Monstruo de Babahoyo’, un horripilante asesino que viola y mata a niños por doquier en las regiones más pobres de Ecuador.
Manolo Bonilla (John Leguizamo), presentador estrella de un programa de noticias sensacionalistas de Miami, viaja junto con su equipo (del que forma parte Leonor Watling) a esta pequeña ciudad ecuatoriana para cubrir la historia. Sin embargo, su rumbo cambia tras la muerte accidental de un niño que lleva a los habitantes de la ciudad al borde de linchar a Vinicio Cepeda (Damián Alcázar), un humilde vendedor ambulante.
La crucial intervención de Manolo y las cámaras salvan la vida del hombre. Vinicio es encarcelado por homicidio involuntario y ofrece al periodista información privilegiada sobre la identidad del asesino en serie a cambio de que emita un reportaje sobre su injusto encarcelamiento. Manolo acepta, atraído por el lado oscuro que intuye en Vinicio, y pronto empieza a saltarse las reglas, decidido a ser el héroe que, sin ayuda de nadie, detenga al asesino.
Hay que agradecer a dos grandes tipos como son los mexicanos Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro que inviertan parte de los beneficios que obtienen con sus películas en promocionar a jóvenes talentos de la dirección y permitir que cinematografías tan escasas como la ecuatoriana puedan desarrollarse en virtud a trabajos tan interesantes como estas Crónicas de Sebastián Cordero, uno de los más reputados cineastas de su país.
Su película es una vertiginosa reflexión sobre los límites de la información, la fácil manipulación de las clases más humilde, el poder desmedido de los medios de comunicación, la corrupción policial y la falta de medios e interés en la lucha contra la delincuencia en América Latina.
Pero en el fondo es un intenso thriller psicológico que establece un juego de verdades y mentiras entre los dos protagonistas perseguidos por sus obsesiones. Su conclusión es desoladora e impactante. Ir a verla.
Lo mejor: Un guión que en todo momento mantiene la tensión y que te obliga permanentemente a posicionarte frente a la historia.
Lo peor: Que el final se vea venir a pesar de algunos trucos argumentales.
Historia de un crimen (Infamous)
Puntuación: 4 estrellas
En pocas ocasiones dos películas rodadas prácticamente al mismo tiempo guardan tantos paralelismos entre sí. Con dos años de injustificable retraso, llega a los cines españoles Historia de un crimen (originalmente titulada Infamous) que recrea el proceso de construcción de la novela A sangre fría de Truman Capote.
La historia no es nueva ya que Brett Miller plasmó hace dos años en imágenes esta historia extraída de un best seller literario y que alcanzó su mayor momento de gloria con el Oscar a Philip Seymour Hoffman por su mimética, meticulosa y coherente interpretación de un individuo tan complejo como Capote.
Y si uno pensaba que difícilmente se podía superar aquel soberbio trabajo de Seymour Hoffman, en Historia de un crimen un actor británico hasta ahora poco conocido como Toby Jones le supera de largo en el retrato de este escritor tan excesivo como magnífico.
Pero hay más elementos que me llevan a creer que Historia de un crimen es un trabajo muy superior al Capotede Miller. Además de contar con uno de los arranques más desconcertantes y sugerentes de los últimos tiempos, la película dirigida por Douglas McGrath se adentra mucho más en la personalidad del autor apoyándose además en entrevistas con amigos y enemigos de Capote.
Además, Historia de un crimen es menos políticamente correcta que Capote. De hecho, la relación amorosa que el escritor establece con uno de los asesinos de los Clutter aquí es mucho más sincera, clara y descarada que en la película de Miller, que pasaba de puntillas por este hecho sin duda determinante para la posterior escritura de A sangre fría. Sobre todo porque Capote tuvo la total falta de escrúpulos de demorar la pena de muerte de Perry Smith (deslumbrante Daniel Craig) el tiempo suficiente hasta obtener su confesión final.
Sorprende que una película con un reparto tan abrumador -destaquemos a Sandra Bullock, Isabella Rossellini, Sigourney Weaver o el mismísimo Gore Vidal- haya pasado sin pena ni gloria por las carteleras, aunque en los premios Bafta británicos Toby Jones se llevó el premio al mejor actor el mismo año en el que Capote no estuvo nominada.
Lo mejor: El valor de desmitificar a Truman Capote y de sumergirse en la complejidad del autor en la que sería su última novela.
Lo peor: Que se haya rodado al mismo tiempo que Capote, cuyo estreno mundial se anticipó a toda prisa para restar valor artístico a Infamous. |