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De cine político y un ‘Mad Max’ maya
Apocalypto
Estimado señor Mel Gibson: Confiesa usted que tras La pasión de Cristo, su tercera película como director, percibió que “la gente quiere ver en realidad grandes historias que les aporten algo emocionalmente y que les toquen la fibra sensible”. Loable objetivo que con enorme destreza ya desarrollaron antes que usted un buen puñado de autores.
Pero permítame que opine que Apocalypto no tiene ni emoción, ni sensibilidad, ni tampoco un argumento sólido, arriesgado, intenso. Ni lo peor de todo: credibilidad.
Todo es tremendante previsible en esta cinta de acción camuflada de drama histórico: ¡Esos 50 minutos finales de persecución por la selva salvaje sin apenas diálogos!
Y aún peor es que desde el comienzo de la película uno intuya casi al instante lo que sucederá después, quién morirá, quién se salvará y hasta el final en este refrito de clichés del cine de acción una y mil veces vistos.
Aún apreciando el enorme esfuerzo de investigación que ha llevado a cabo y sus palabras elogiosas a esta cultura, no entraré a valorar la veracidad histórica de lo que ofrece. Ya se han encargado miembros y activistas de esta cultura de acusarle de ofrecer una versión “irreal, estereotipada, salvaje”.
Sólo abordaré lo que me corresponde, lo fílmico. Y debo decirle que Apocalypto tiene dos grandes aciertos: ser rodada en maya y el que todos los actores sean indígenas y muchos no profesionales.
El resto carece del más mínimo interés. El guión parece orientarse a que usted saque esa vena sádica, cercana al gore de serie B, que ya relució en La pasión de Cristo ante el pobre James Caviezel, que se ganó el cielo por sufrir ese rodaje.
Debería usted, querido Mel, preocuparse por el exceso de violencia gratuita que nos hace padecer. Le agradezco que me mostrara como se comen crudos los testículos de un tapir; como se arrancan una y otra vez corazones a personas vivas; como ruedan una y otra vez las cabezas por las pirámides; como un indígena se corta las venas tras morderle una serpiente; o como un jaguar devora una cabeza humana viva, entre otras muchas ‘lindezas’ que no desvelaré. Lo tendré presente en mis mejores pesadillas.
Pero también le hubiera agradecido que en ese guión que ha tenido el gusto de coescribir hubiera espacio para algo más que violencia y cadáveres apilados. Que me contara una historia más allá de cómo una tribu maya es aniquilada por otros indígenas.
Y ese final esperanzador del que tanto habla usted, ¿se resume en que otra cultura ‘superior’ es la que aporta orden a esa sociedad en decadencia? ¿Al igual que en Irak, querido Mel?
Director: Mel Gibson. Intérpretes: Rudy Youngblood, Dalia Hernández, Raoul Trujillo, Gerardo Taracena Género: Aventuras. Nacionalidad: USA. Duración: 135 min. Le doy: 60 euros a Mel Gibson para que vaya al psiquiatra.
Bobby
El muy aceptable acercamiento fílmico a la figura de Robert F. Kennedy (RFK) que ha dirigido y escrito Emilio Estévez cuenta con dos pequeños fallos que lamentablemente merman interés a una película por momentos brillante, intensa.
Bobby es demasiado maniquea, ultraliberal. Estevez se deja arrastrar demasiado por la aureola mítica del que pudo ser (o no) uno de los presidentes socialmente más comprometidos de Estados Unidos en un momento de convulsión política.
Si somos afines a este discurso ideológico, la película nos agradará y emocionará. Pero demasiado acostumbrados como estamos a que las promesas caigan en saco roto, a uno le da por pensar cuando sale del cine si verdaderamente el pacifista RFK hubiera podido cumplir con sus promesas de revolución social.
Nunca lo sabremos ya que, al igual que su hermano John F. Kennedy, Bobby murió ‘tiroteado en extrañas circunstancias’ y tan sólo dos meses después de que en aquella convulsa primavera de 1968 el activista Martin Luther King probara también la sinrazón de las balas en su cuerpo.
El otro fallo de la cinta al que me refiero (discutible igualmente) es la presencia de 22 personajes. Demasiadas subtramas que terminan por marear. Esta cantidad de personajes es la excusa que Emilio Estévez usa para mostrarnos las diferentes reacciones acaecidas en la noche en la que el senador fue asesinado en el hotel Ambassador de Los Ángeles.
Maniqueísmos y estructuras aparte, lo cierto es que Bobby es otro importantísimo grano en el culo para el figura de W. Bush en un momento en el que se hace más indispensable que nunca rescatar discursos de corte social para frenar la tremenda ola de presidentuchos ultraconservadores, caciques populistas, dictadorzuelos de tres al cuarto e hijos de puta varios que se arropan en el pueblo para llenarse los bolsillos con dinero de todos.
Estévez, que aún recuerda aquella fatídica noche en la que acompañó a su padre, Martin Sheen, hasta el hotel tras conocer la noticia, se ha rodeado de un plantel de secundarios inédito. Cito algunos: Anthony Hopkins, William H. Macy, Sharon Stone, Heather Graham, Laurence Fishburne, Demi Moore, Elijah Wood, Helen Hunt, Martin Sheen o Lindsay Lohan. Casi nada.
Director: Emilio Estévez. Intérpretes: Harry Belafonte, Joy Bryant, Nick Cannon, Emilio Estévez. Género: Drama. Nacionalidad: USA. Duración: 120 min. Le doy: 3 estrellas.
Atrapa el fuego
A pesar de las numerosas virtudes de este film, lo cierto es que Atrapa el fuego no terminó de ‘atraparme’ del todo. Quizá sea porque aún conservo el recuerdo de la más sobrecogedora Hotel Rwanda o porque en esta semana pasada me he pegado un atracón de cine sobre conflictos africanos (Diamante de sangre, El último rey de Escocia, Atrapa el fuego).
Formalmente la película es impecable y se asienta sobre un espectacular dúo interpretativo: Tim Robbins y Derek Luke (Retrato de April). Ambos dan un recital en esta historia sobre el enfrentamiento que en la Sudáfrica del ‘apartheid’ tienen un agente antiterrorista, Nick Vos, y un joven apolítico, Patrick Chamusso, que por error es acusado de un atentado y sometido por el agente a horribles torturas que desembocan, tras su liberación, en que el muchacho se una al Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela.
Chamusso se dedicará a planificar atentados terroristas que siembren el caos en un país en el que la población negra carecía de los más mínimos derechos humanos.
El calculador, frío, aterrador agente Vos que interpreta Robbins no tiene nada que envidiar a ese muchacho traicionado, engañado, obligado a luchar y a defender sus derechos tras sufrir una de las peores humillaciones que puede sufrir un ser humano.
Las peores miserias desfilan por este thriller basado en hechos reales que tiene un curioso mensaje final, que no desvelaré, pero que servirá para que quienes vayan a verla debatan intensamente a la salida del cine.
Ese es el mayor acierto de la cinta de Phillip Noyce, que obliga a que te posiciones frente a la mentalidad de un agente que teme perder todo aquello que ama, que es tan cabrón que invita al torturado a comer en su casa los domingos, y la historia de ese joven arrojado a un infierno del que se salva mediante la redención.
Sin embargo, Atrapa el fuego no me toca la fibra, no me llega al alma como otros trabajos similares creo que mejor planteados.
Director: Phillip Noyce. Intérpretes: Tim Robbins, Derek Luke, Bonnie Henna, Daniel Giménez Cacho, Aida Folch. Género: Drama. Nacionalidad: USA. Le doy: 3 estrellas, entretiene pero no me conmueve.
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