16/06/08 sesión golfa por Iván Trash  

Iván Trash nos va a comentar regularmete sobre los próximos estrenos de cine.

 

 

 

El incidente

Puntuación: 2 estrellas

El incidenteEl que un día fuera apodado el nuevo Alfred Hitchcock lleva de capa caída de un tiempo a esta parte. Los sucesivos fiascos provocados por El bosque, destrozada por buena parte de la crítica, y los malos resultados de taquilla del relato pseudomístico La joven del agua, han obligado al enigmático y rarito M. Night Shyamalan a retornar a los orígenes de su cine para recuperar a los miles de espectadores que ha ido perdiendo desde Señales.
Por ello, El incidente es la prueba de fuego final para comprobar si Shyamalan puede continuar en el Olimpo de los directores a tener en cuenta o, por el contrario, desciende al purgatorio de los hipervalorados. Y a tenor de lo visto, su lugar está más cerca del segundo que del primero. Sin ser una mala película, El incidente es un nuevo compendio de los errores y aciertos de un cineasta al que a estas alturas hay que exigir más.
En El incidente late el eterno conflicto entre el hombre y la naturaleza, obsesión recurrente en su cine. El director narra el penúltimo apocalipsis de la Humanidad y, al igual que sucedía en Los pájaros de Hitchcock, es la naturaleza quien lo provoca. Sin explicación alguna, las plantas comienzan a emitir una toxina mortal que al ser inhalada provoca que el ser humano se suicide automáticamente con lo primero que pille. Una joven pareja en crisis -los poco comunicativos Mark Wahlberg y Zooey Deschanel- huyen del cataclismo mientras intentan hallar una lógica al fenómeno.
El mayor acierto yasumido por el cineasta es el de transitar descaradamente por los terrenos de la serie B, un género con el que ya había coqueteado tibiamente en anteriores ocasiones. Si en La noche de los muertos vivientes yacía la lucha por los derechos civiles y La invasión de los ultracuerpos era una acerada crítica al comunismo, El incidente es una clara parábola en torno al inevitable cambio climático.
Shyamalan maneja la creación de densas y asfixiantes atmósferas con la maestría que le caracteriza a quien domina las claves del suspense. Sólo que esta vez olvida dos de los elementos básicos de su cine: el cuidado de los personajes y el ritmo. Los escasos 90 minutos de duración pesan como losas y los personajes principales son planísimos. Además, los diálogos son flojos y, norma ya de la casa, el arranque es bueno y el final es decepcionante.

Lo mejor: Las muertes de los secundarios y su puntito ‘gore’.

Lo peor: La nula química de los protagonistas y sus personajes tan sosos.


La niebla

Puntuación: 2,5 estrellas.

La nieblaDesde la pionera Carrie, las adaptaciones al cine de las novelas de Stephen King se ha convertido en un subgénero en sí mismo. Bien es cierto que en los últimos tiempos la calidad del cine inspirado en el autor de El resplandor había bajado muchos enteros debido a la mediocridad de los directores y guionistas encargados de trasladar al celuloide las densas atmósferas de sus novelas, la hostilidad o benevolencia de sus personajes y la pléyade personajes secundarios que trufan sus libros. El más reciente caso es la anodina, estirada y plúmbea 1408, que aún martillea en el imaginario del fan del terror.

Es por ello que las alarmas se encienden cada vez que uno se somete a otra adaptación de una novela de Stephen King. Un lastre que inevitablemente altera el ánimo cuando uno acude al cine a ver otro título que engrosará las filas de este subgénero del terror.

La niebla no es ni buena ni mala, pero al menos entretiene, a ratos conmueve y me ha reconciliado con las historias salidas de la pluma del escritor de Maine. Estamos ante una compleja y claustrofóbica parábola sobre el miedo. O mejor dicho, sobre las locuras y los fanatismos a los que puede llegar una sociedad dominada por el miedo. Y es inevitable establecer paralelismos con la época que nos ha tocado vivir, en la que la televisión y los políticos insisten en inocular malos presagios cada día para fomentar el consumismo y generar una falsa sensación de tranquilidad.

La niebla encierra en un supermercado a un puñado de personajes atrapados por una densa niebla que se ha apoderado de su tranquilo y apacible pueblecito de Maine. Mientras aguardan a que escampe el temporal, los ciudadanos descubren que la niebla oculta un horror siniestro que les obligará a luchar por la supervivencia de una forma salvaje y cruenta.

Buena parte del destacable resultado de La niebla corresponde a su director, Frank Darabont, responsable de títulos como La milla verde o Cadena perpetua. Darabont logra la difícil tarea de generar una atmósfera de total agobio y tensión para una cinta en la que, lo primordial, es el terror psicológico por encima del visual.

Daramont sitúa la estética del film visualmente muy cerca de la serie B ochentera, ahondando en unos personajes llevados por el rencor, el odio, el fanatismo, las buenas intenciones y la piedad. Su gran fallo, como ya sucedía en sus más reputados trabajos, es no saber medir el ritmo de la historia y alargar hasta la extenuación una trama que con un poquito más de tijera sería muy efectiva. Si el ánimo no decae en sus más de dos horas de duración, atentos a su apocalíptico y fatalista final. No dejará indiferente a nadie.

Lo mejor: La película gana fuerza en su tramo final.

Lo peor: La excesiva duración del metraje.


La vida sin Grace

Puntuación: 3 estrellas

La vida sin GraceLa vida sin Grace no será seguramente una película inolvidable y perdurable. Pero tiene la extraña capacidad de atraparte en la butaca y provocarte compasión por esa sociedad que durante ocho largos y siniestros años ha sido manipulada, engañada y enviada al matadero por un gobierno elegido democráticamente.
Estados Unidos despierta poco a poco de ese letargo en el que parecía sumida y Hollywood lo refleja entregando regularmente un nuevo título que ayude a exorcizar los demonios de un país en guerra y haga reflexionar en vísperas de unas nuevas y cruciales elecciones.
La vida sin Grace no es un filme político, aunque este aspecto palpite en el intenso guión de James C. Strouse, accidental director de una historia que Rob Reiner abandonó a mitad de camino. No es casualidad que el protagonista sea de Minnesotta, uno de los estados más republicanos y en el que se celebrará la convención que elegirá como candidato al conservador John McCain.
Tampoco lo es el hecho de que el personaje central de la historia, Stanley Phillips, sea el prototipo de fracasado obrero de la clase media blanca, incapaz de exteriorizar sus sentimientos y obligado a abrir los ojos ante una realidad que no es como le explicaron. Ni por supuesto es baladí que al enterarse Phillips de que su mujer, militar profesional, ha muerto en Irak, decida engañar a sus hijas por unos días y hacerla sonreír en el prototípico lugar de diversión para un norteamericano: el parque de atracciones. Ni lo es ese llamamiento que a través del hermano de Phillips se realiza al votante demócrata que, al quedarse en casa, otorgó la segunda victoria a Bush.
Porque, por encima de la político, La vida sin Grace es una road movie de un padre que engaña a sus hijas y afronta el que hecho de haber sido engañado toda su vida hasta que decide abrir los ojos. A Phillips le encarna un intenso, devastado, atormentado John Cusack, en su mejor papel desde La cosecha de hielo.
Cabría pedir más a la ramplona dirección de Strouse y a la errática resolución de los últimos minutos de la cinta, pero las virtudes preponderan sobre los defectos en este enésimo drama acerca de cómo la muerte de un ser querido afecta a quienes le aman.

Lo mejor: Las veraces y muy creíbles interpretaciones.

Lo peor: Los esfuerzos adoptados para que el espectador termine llorando.


An american crime

Puntuación: 2 estrellas

An american crimeJusto cuando uno piensa que la maldad absoluta, la tortura sin límites, la degradación humana han tocado techo, un nuevo loco se asoma al informativo del día siguiente para recordarte que el ser humano es la especia más terrible de la madre naturaleza. Hay quien piensa que los locos que secuestran en un sótano y violan a una hija durante más de dos décadas son producto de la deshumanización de la sociedad moderna. Y es entonces cuando te cuentan historias tan dantescas y crueles como la que narra An american crime, ambientada en los efervescentes, revolucionarios y liberadores años 60.
Todo ocurrió en 1965 en uno de esos apacibles barrios de Indianápolis, ciudad del conservador y religioso estado de Indiana. Un matrimonio que va de pueblo en pueblo participando en ferias, deja durante dos meses el cuidado de sus dos hijas, Sylvia y Jennie, a Gertrude Banizsewski, una estricta viuda que se vanagloria de educar a sus hijos con rigidez y eficacia. Sylvia se hace amiga de una de las hijas, Paula, pero la poco moral vida que lleva Paula provoca que Gertrude desate todas sus iras en contra de una Sylvia a la que acusa de todos los males.
Como ya sucediera en The girl next door, la cinta escrita y dirigida por Tommy O’Haver se basa en un poderoso y potente relato sobre la tortura física y psicológica a una adolescente, sólo que esta vez la linealidad de la dirección, la falta de momentos de altura más allá del puro sensacionalismo sádico y una lírica y engañosa concesión final provocan que el sabor de boca que An american crime deja en el espectador sea bastante agrio. La historia real tiene intensidad, negrura, degradación. El film es plano, confuso, tramposo.
Las carencias de dirección las suplen un conjunto de actores excepcionales encabezados por la gran Catherine Keener (Capote, Johnny Suede) en el papel de madre sádica y Ellen Page (Juno) en el de Sylvia. El enfrentamiento de ambas en la gran pantalla es de alto voltaje y te obliga a contener el aire cada vez que su imprevisible relación se degrada sin vuelta atrás.

Lo mejor: El duelo de alto voltaje entre Ellen Page y Catherine Keener.

Lo peor: El pseudolirismo y la trampa final con la que se cierra.


The dead girl

Puntuación: 2 estrellas

The dead girlEl hallazgo de una joven prostituta muerta sirve como punto de partida para narrar cinco historias de diversas personas sin aparente conexión entre ellas pero todas relacionadas con la joven muerta hasta el punto de poder revelar la causa de su muerte. Este es el planteamiento de The dead girl, segundo trabajo en la dirección de Karen Moncrieff (que debutó hace cinco años con Blue car, cinta que en España no recuerdo que se estrenara).
Sin embargo, la muerte de la joven parece realmente una excusa a tenor del resultado final: un agudo, incómodo e intenso drama que radiografía las diferentes capas sociales que conforman la sociedad norteamericana.
Lo que en un principio podría ser un drama de suspense, pronto se transforma en un desangelado melodrama de denuncia dividido en cinco piezas diferenciadas que pretenden  evidenciar los clichés y enfermizos patrones sociales de Estados Unidos.
La banda sonora, la fotografía, el montaje funcionan a las mil maravillas y dan empaque al conjunto. El problema es que el guión de Moncrieff se queda en la superficie de los personajes. A pesar de que el film deja en el espectador una sensación de asqueo y amargura, cuesta mucho encontrar buenos diálogos y escenas intensas en The dead girl. En definitiva, estamos ante eso que muchos llaman una película sin alma.
De hecho, el peso real de la historia recae sobre un formidable plantel de actrices encabezado por Toni Colette, Marcia Gay Harden, Rose Byrne, la joven Brittany Murphy y la gran Piper Lauire, con la que siempre da gusto encontrarse a pesar de sus largos silencios interpretativos.

Lo mejor: La puesta en escena y las magníficas interpretaciones. Atención a Brittany Murphy.

Lo peor: Las emociones no traspasan la pantalla. Es demasiado fría.


Ella es el partido

Puntuación: 1 estrella

Ella es el partidoSiento cierta debilidad hacia ese ligón tan molón, ese guaperas de mirada pícara y sonrisa perfecta que derrite a medio mundo, ese incorregible noctívago llamado George Clooney que no titubea a la hora de ponerse al frente de títulos triviales (Ocean’s 13, Solaris) para financiar proyectos personales, atrevidos y comprometidos (Buenas noches y buena suerte, Syriana) junto a amigos como el director Steven Soderbergh.
En estos tiempos que corren, en los que sólo se apuesta por mediocres comedias románticas que repiten una misma fórmula hasta la saciedad, es admirable que llegue un tipo como Clooney y decida rendir homenaje a la comedia romántica clásica, definitivamente más chispeante que productos tan olvidables como las recientes 27 vestidos o La boda de mi novia.
Los fotogramas de Ella es el partido, tercer largometraje dirigido por Clooney, destilan muchas lecciones de maestros como Preston Sturges, Frank Capra o Billy Wilder. Aunque quizá los referentes más claros sean el George Cukor de la eterna batalla de sexos de La costilla de Adán o el Howard Hawks de la hiralante y caótica La fiera de mi niña.
Tal es el homenaje a la magnífica comedia de Hawks que es improbable no recordar la perfecta gestualidad de Cary Grant en el rostro de un Clooney siempre arrastrado por su enésimo personaje de vividor; y la sensualidad, frescura y picardía de Katharine Hepburn en los ademanes de una atrevida Renée Zellweger que se esfuerza, sin lograrlo del todo, por escapar de su rigidez e hieratismo habitual.
Ella es el partido se ambienta en 1925, año en que la liga profesional de fútbol americano daba sus primeros pasos. George Clooney se mimetiza en la piel de Dodge Connolly, un futbolista vividor y con mucho desparpajo creado a su medida. Connolly quiere que su equipo triunfe en la nueva liga para lo que convence a un reputado héroe de la I Guerra Mundial de que se una al equipo. El enredo se produce cuando el director de un periódico pide a su reportera estrella, Lexie Littelton (Renée Zellweger), que desenmascare al presunto falso héroe.
Todo en Ella es el partido –impecable fotografía, acertada banda sonora, vestuario, diseño de los personajes- responde al patrón clásico. El problema es que el triángulo amoroso que soporta el armazón es asfixiado por una impenetrable trama –muy aburrida por momentos- en torno al nacimiento de la liga de fútbol americano en la América de la Ley Seca.
Estamos ante el prototipo de película sin alma, en la que las emociones ni se sienten ni epatan al espectador. En sus casi dos horas de duración hay momentos en los que la historia te da lo mismo y sólo deseas que acabe, y otros ingeniosos en los que interesa mucho, pegas alguna risa y hasta engancha. Irregular resultado para una comedia con diferentes pretensiones.

Lo mejor: Reivindicar la comedia clásica en estos malos tiempos para el género romántico.

Lo peor: Toda la trama relacionada con el fútbol americano es aburrídisima.

 

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