08/02/08 sesión golfa por Iván Trash  

Iván Trash nos va a comentar regularmete sobre los próximos estrenos de cine.

 

No es país para viejos

Puntuación: 4,5 estrellas

No es país para viejosHay un tipo de violencia, efectista y de consumo rápido, que empaña de tinta los periódicos, satisface el voraz morbo de los espectadores y acojona a diario al temeroso peatonaje. Es esa clase de violencia que nos recuerda que el mal acecha en cada esquina, que somos ratones enjaulados en permanente vigilancia y que nos hace sospechar del inocente prójimo.
Pero hay otro tipo de violencia callada, inadvertida, metódica, en simbiótica supervivencia con la raíz misma de la sociedad, a la que corrompe, erosiona y alimenta al mismo tiempo. En ocasiones una fuga provoca su descubrimiento y, por tanto, todo un terremoto moral del que el sistema  se recupera mediante el olvido, la apariencia y la negación.
A través de los ojos de Llewelyn Moss (Josh Brolin), su personaje central de No es país para viejos, nos adentramos en esta última clase de violencia mediante un certero y pesimista retrato de la indefensión de la sociedad actual frente a la anarquía del crimen organizado.
No es país para viejosEl punto de partida es el hallazgo por parte de Moss de dos millones de dólares abandonados en la Texas fronteriza tras un fallido intercambio de droga. De su localización y recuperación se encarga un sanguinario asesino, Anton Chigurh (Javier Bardem), ante la impotencia del eje moral de la historia, el sheriff Bell (Tommy Lee Jones), que se aferra a las costumbres y códigos de honor dilapidados por los nuevos tiempos.
En No es país para viejos asistimos al penúltimo duelo entre el Bien y el Mal con el lejano oeste como telón de fondo. El guión, que se mantiene bastante fiel a la novela de Cormac McCarthy, mezcla con inteligente variedad de matices géneros como el western crepuscular al estilo Peckinpah, el thriller, la comedia negra, el cine negro y el de acción.
Un ‘cocktail’ en el que los hermanos Coen han dado probadas muestras de deselvonverse con soltura, aunque desde Fargo nunca hayan rodado con tanto pulso, exquisitez formal e impecable manejo del clímax dramático como hasta ahora. Algo que a los de Minnesota les viene al pelo tras sus impersonales, olvidables y comerciales Crueldad intolerable y Ladykillers.
La dirección de actores siempre ha sido uno de los puntos fuertes de los Coen. En su nueva película sacan nuevamente lo mejor no sólo de los personajes protagonistas sino de la pléyade de secundarios. Es inevitable referirnos al colosal, soberbio, trabajo de Javier Bardem, justo merecedor de la larga lista de elogios que ya ha recibido y del casi seguro Oscar.
Estamos ante probablemente uno de los criminales más despiadados, imprevisibles, sanguinarios e inmorales de la historia del cine. La volcánica mirada que desprenden sus ojos en la primera escena de la película, en la que asesina a un policía, te deja temblando durante el resto del metraje.

Lo mejor: El tramo medio, en el que la cacería entre Moss y Chigurh es de alto voltaje.
Lo peor: El precipitado, estirado y frío final.


La escafandra y la mariposa

Puntuación: 3 estrellas

La escafandra y la mariposaEl 9 de diciembre de 1995 el redactor jefe de la edición francesa de Elle, Jean-Dominique Bauby, colapsó por culpa de un fallo en cadena de su sistema cardiovascular. Al regresar de un prolongado coma, Bauby quedó postrado en una cama sin otra opción que la de mover un ojo (un guiño era un “sí”, dos guiños un “no”). El resto de su cuerpo, totalmente paralizado, se convirtió en una escafandra que le ataba a un cuerpo del que sólo podía escapar mediante su lúcida imaginación, la mariposa a la que alude el título.
Basándose en un libro que Bauby dictó usando como único lenguaje los guiños de su único ojo útil, el director Julián Schnabel ha rodado una hermosa elegía sobre la incomunicación, la soledad y las decisiones erróneas que, sin vuelta atrás, marcan nuestro sendero vital. Postrado en su silla, con la mirada perdida en el mar, Bauby es un naúfrago sin esperanza de salvación, un marinero solitario que debe aprender a luchar por vivir en una minúscula isla de paisaje desértico.
Al frente del proyecto se encuentra Julián Schnabel, uno de los directores más personales e infrecuentes, con apenas tres cintas en su filmografía. Centrado en la creación de su neoexpresionista pintura, el neoyorquino ha asumido numerosos riesgos  creativos en una película que debe transmitir con mínimos recursos todo el torbellino de emociones y dolor de un hombre al que se lo han quitado todo y que debe renacer de nuevo. Quizá por eso molesta tanto el abuso de la primera persona, que trampea y falsea la poética de la historia. Una solución demasiado fácil para una película que debía apostar aun más por la radicalidad fílmica de su propuesta.

Lo mejor: La ausencia de cualquier sensacionalismo.
Lo peor: Hay demasiada ‘escafandra’ y poca ‘mariposa’.


Conociendo a Jane Austen

Puntuación: 0

Conociendo a Jane AustenA mitad de metraje, el personaje que interpreta la explosiva Maria Bello asegura que “leer las novelas de Jane Austen es como adentrarse en un campo de minas”. Irónica declaración que pone en sus labios el guionista kamikaze que ha adaptado este drama romántico que dinamita el legado bibliográfico de la autora británica banalizándolo hasta sus últimas consecuencias.
Conociendo a Jane Austen -cuyo menos tramposo título original es The Jane Austen Book Club- narra la creación de un club de lectura por parte de cinco mujeres y un chico que deciden reunirse durante seis meses para analizar, a razón de una por mes, las seis novelas que escribió la autora británica. Su lectura -siempre apresurada, dando la sensación de superficial- motivará que cada uno de los personajes comience a entrelazar los conflictos sentimentales, morales, clasistas y cotidianos de los personajes de las novelas con sus propios y bastante insulsos problemas personales (que si este no me quiere, que si mi marido pasa de mí, que si nunca me quiero casar, que si me he casado seis veces y quiero otra más...).
Uno tiene la sensación de que se escogió a Jane Austen por el mismo motivo que se hubiera podido escoger a cualquier otra autora de novelas femeninas para crear esta soporífera nadería sustentada en un arcaísmo moral felizmente superado y un recital de gastados clichés como el permanente histerismo, la lágrima fácil y la invariable necesidad de sentirse queridas de las mujeres frente al tranquilo, deportista y liberado joven.
Imagino que a un sector del público aficionado a la sobredosis de almíbar le fascinará esta película en la que se ríe (poco), se llora (nada) y todos acaban felices y comiendo perdices aunque sea a costa de reprimir sus más íntimos deseos bajo el férreo autocontrol emocional y la impermeable moral que ahogó a la sociedad británica... en el siglo XIX.

Lo mejor: Menos mal que se escogió a una novelista con sólo seis obras. Si no tienes ni idea de sus protagonistas, elige otra película.
Lo peor: ¿De verdad cree alguien que el código moral victoriano debería seguir vigente?

 

 

 

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