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Clint Eastwood y Sofia Coppola estrenan el año a lo grande
Maria Antonieta
 La tercera película de Sofia Coppola es de largo la más ambiciosa y controvertida de su carrera. La directora transforma a la incomprendida, denostada María Antonieta nada menos que en un icono de la cultura pop.
El guión, basado en el libro Maria Antoniette: The Journey de Antonia Fraser, se centra en la angustia y el espíritu rebelde de la adolescente reina, que poco a poco se debatirá entre los arcaicos rituales de la corte francesa, la exasperación ante un marido que prefiere la caza a su esposa y la angustia de una muchacha condenada a vivir en Versalles.
La cinta no pierde casi nunca un punto de vista intimista del personaje. Abundan los primeros planos, las miradas, los silencios, los secretos. Solo vemos algunos planos generales en las escenas de transición.
La contradictoria personalidad de esa princesa austríaca obligada a casarse para sellar una alianza entre dos grandes imperios europeos, se antoja humana, cercana, frágil, gracias en parte a la excepcional interpretación de Kirsten Dunst (Spiderman).
Sofia Coppola centra su atención exclusivamente en lo que sucede dentro de Versalles. Se le ha acusado de marginar al pueblo en esta historia. No lo creo así. Es el pueblo el desencadena el final de la cinta y vemos la reverencia de Maria Antonieta ejemplificando su derrota contra la turba.
La directora también sale victoriosa en su empeño de retratar a la reina y su época a través de las lentes de la cultura pop. Para ello se vale de una cuidadísima y moderna estética. Uno de sus elementos clave es el vestuario, sencillamente impresionante por su riqueza y colorido. Combina los diseños que la reina puso de moda en Versalles con elementos del siglo XXI.
No podemos tampoco dejar de elogiar la banda sonora, el aspecto que parecía más controvertido. Costaba imaginar el baile de boda de María Antonieta a ritmo de rock, uno de máscaras de carnaval con música pop o el amanecer en Versalles escuchando new-age.
La música encaja perfectamente en la película y de esa combinación imagen-sonido surgen algunos de los mejores momentos de esta deslumbrante, sincera, polémica, iconoclasta, transgresora, totalmente moderna cinta que reinventa el género histórico y lo introduce en el siglo XXI por la puerta grande. Dará mucho que hablar.
Dirección: Sofia Coppola. Intérpretes: Kirsten Dunst, Jason Schwartzman, Rip Torn, Judy Davis. Género: Drama musical. Nacionalidad: USA. Duración: 129 min. Le doy: 4 estrellas, una obra universal, iconoclasta y absolutamente moderna.
Banderas de nuestros padres
 Y si Sofia Coppola no deja de rodar grandes títulos, Clint Eastwood no ha parado de hacerlo en los últimos 20 años. En esta ocasión, este maestro del clasicismo cinematográfico ha encarado la dolorosa batalla de Iwo Jima en la II Guerra Mundial.
Para evitar suspicacias, Eastwood relata en Banderas de nuestros padres los acontecimientos desde el punto de vista norteamericano, mientras que en Cartas desde Iwo Jima (se estrena en febrero) se analiza la lucha desde la perspectiva de las tropas japonesas. Toda una proeza al alcance de unos pocos genios.
La versión del ejército norteamericano relata la operación de toma de esta estratégica isla del Pacífico, punta de lanza para doblegar al ejercito nipón. Eastwood realiza un brillante retrato humano desde el horror de la guerra de los jóvenes que aquel día desembarcaron en la isla, sabiendo que la muerte les acechaba de cerca.
Ese retrato se amplía a los soldados que lograron izar la bandera norteamericana tras varios días de sangrienta batalla. Esa mítica foto, reproducida por la prensa de todo el planeta, es el símbolo y punto de partida para adentrarnos en las vidas y miserias de los supuestos héroes.
De eso habla Banderas de nuestros padres. De los falsos mitos, de la delgada línea que separa a un héroe de ser un villano. Pero Eastwood también analiza la manipulación y el teatro político al que se ven sometidos los tres soldados ‘heroicos’ que izaron la bandera y recorrieron el país en una patriótica gira.
Si bien se realiza una contenida exposición de los hechos, lo cierto es que el conjunto de la película se resiente de una estructura demasiado literaria y desordenada quizá por que se base en el libro editado por el hijo de uno de los supervivientes, John ‘Doc’ Bradley (en la película interpretado por Ryan Phillippe, el descomunal chulazo de Studio 54 y ex de Reese Whiterspoon)
Hecho en falta una investigación más profunda en la personalidad de los tres supervivientes, en su actitud ante la manipulación que sufren (sólo tibiamente esbozada en algún caso) y me sobra metraje de una batalla cuyo horror queda justificadamente demostrado en menos tiempo. Unas escenas de guerra, por cierto, que recuerdan mucho a Salvar al soldado Ryan. ¿Será porque Spielberg es productor, junto a Eastwood, del film?
Con todo, Banderas de nuestros padres es cine en estado puro, soberbio y a ratos magistral. No brillará sobremanera en la abultada cinematografía de Eastwood. Ni falta que le hace ya.
Director: Clint Eastwood. Intérpretes: Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach. Género: Drama bélico. Nacionalidad: USA. Duración: 129 min. Le doy: 3 estrellas, la primera parte me gustó menos.
Hollywoodland
 Acudí a ver Hollywoodland dejándome llevar por la leve resurrección que estamos viviendo del cine ‘noir’ clásico desde una óptica más actual y contemporánea. Bien es cierto que tras el fiasco de La dalia negra, no estaba demasiado emocionado. ¿Y qué me encontré? Pues un film natural, complejo, bien rodado, aunque muy denso, entramado y por momentos tibio que me hizo mirar el reloj en un par de ocasiones.
El principal problema de Hollywoodland es su autocomplacencia, su ausencia de riesgo que se refleja en el homenaje nada oculto que realiza a la cinta que resucitó el cine ‘noir’en los 90: L. A. Confidential.
De nuevo, es ese Hollywood de éxitos y fracasos (al igual que en La Dalia Negra) el que ambienta una trama centrada en descubrir los motivos de la muerte del actor George Reeves, que fue el primer rostro de Superman en una serie televisiva, de enorme éxito por cierto. Una sola bala bastó para acabar con la vida en su mansión de este ídolo de adolescentes, interpretado por un sorprendente Ben Affleck. El actor engordó diez kilos para el papel (dicen que comienzo una pizza antes de acostarse) y parece que podría conseguir su primera candidatura a los Oscar por este papel. No creo que sea para tanto, pero ya sabemos lo que a Hollywood le gusta que los guapos parezcan más feos (que se lo digan a Charlize Theron por Monster).
La fama, la identidad, las pasiones y las traiciones van saliendo a flote a medida que se rasca un poco en su vida, aunque ya estemos acostumbrados a que la verdad y la justicia se oculten siempre en pos de la industria del cine. La cinta está dirigida por Allen Coulter, uno de los mejores realizadores de episodios de Los Soprano y que también ha participado en series como Roma.
Si os gusta el cine de intriga, esta historia ‘noir’ ambientada en los 50 igual os encanta. A mí me provocó cierta indiferencia, aunque reconozco que se deja ver bastante bien y es perfecta para pasar una tarde entretenida en este crudo invierno.
Director: Allen Coulter. Intérpretes: Adrien Brody, Ben Affleck, Diane Lane, Bob Hoskins. Género: Drama. Nacionalidad: USA. Duración: 126 min. Le doy: 2 estrellas, entretiene pero nada más.
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