El primer blockbuster del año
Spiderman 3
Puntuación: 3 estrellas.
Acceder a especial de Spiderman, con entrevistas al director y a protagonistas de la película, realizadas por Iván Trash
La primavera es el momento en el que desembarcan en nuestra cartelera los ‘blockbuster’ de Hollywood, siempre dispuestos a romper el récord de taquilla alcanzado en años pasados. Este año el ritmo de superproducciones y taquillazas seguros es frenético entre ladrones de guante blanco, monstruitos verdes, magos adolescentes, piratas roñosos y los tan apetecibles ‘transformers’.
El primer taquillazo que nos llega es la tercera parte de la saga Spiderman. Lo mejor que podemos decir de ella es que cumple a la perfección con los requisitos del cine palomitero y se mantiene fiel a las claves narrativas y escénicas que tan bien le funcionaron en las otras dos entregas.
Además, esta tercera parte introduce un elemento muy interesante, eso que llaman el lado oscuro de Peter Parker. O lo que es lo mismo, que el santurrón, inocente y buenazo adolescente se da cuenta de lo bien que sienta tener algo de poder y se vuelve egocéntrico, petulante y estirado.
La esencia de la trama sigue estando formada por el triángulo formado por Peter Parker, su novia Mary Jane Watson y el mejor amigo de ambos Harry Osborn. En esta tercera parte las relaciones amistosas entre ellos quedan a merced de la rivalidad establecida por Peter a.k.a. Spiderman y Harry Osborn a.k.a. El Duende II, que desea a toda costa vengar la muerte de su padre. Además, la relación amorosa entre Peter Parker y Mary Jane Watson está a merced de ese lado oscuro del que antes hablaba.
Y entre medias de esa historia surgen dos nuevos malos malísimos. Venom es un personaje sacado de las publicaciones de Spiderman de la década de los 90 y le viene a recordar ese lado oscuro del que consigue zafarse. Y de otro lado tenemos a El Hombre de Arena, a quien el director y guionista Sam Raimi intenta humanizar al máximo para que empaticemos con él y tengamos que tomar postura en un decisivo momento del que no hablaré. Este personaje, surgido de los tebeos de los 60, viene a completar una película en la que se intentan abarcar diversas fases del legado del Spiderman de los cómics, como demuestra también la introducción del personaje de Gwen Stacy (que en la cuarta parte tendrá más desarrollo, según dicen).
Muy superior en propuesta escénica, efectos especiales y escenas de acción (atención a la que rodaron sin especialistas Tobey Maguire y James Franco), Spiderman 3 remonta el vuelo tras la desmotivadora segunda parte basada en el puro artificio. Sólo hay que achacarle un exceso de tramas y una larguísima duración que en algún momento llega a incomodar. Por lo demás, buen cine palomitero para pasar el rato aunque sea a costa de bastante moralina barata.
Lo mejor: Las escenas de acción están rodadas con enorme solvencia.
Lo peor: La moralina que despide y ese momentazo en el que Spiderman posa con la bandera yanqui y que tantas risas levantó entre la prensa.
Mi hijo
Puntuación: 3 estrellas.
Hay amores que duelen, que alimentan las más turbadoras pasiones y hasta que matan. Y luego está el amor de madre, que a veces es tan puro como el agua o que puede llegar a ser demasiado asfixiante.
De este último tipo de amor va Mi hijo, drama psicológico de una mujer obsesionada, celosa, absorbente, vampírica en torno a su cohibido y manipulable hijo, al que a veces trata con la mayor dulzura del mundo y otras veces es para él más cruel que las madrastras de los cuentos.
Pero también es una historia sobre el lugar alejado de la realidad al que nos pueden llevar los engaños, las obsesiones, los celos y todos los líos mentales que caben en nuestra cabeza cuando estamos a merced de seres humanos a los que estamos tan estrechamente vinculados.
Ya sabemos que el amor y el odio están separados por una estrecha línea que en el caso de la protagonista de este drama francés es atravesada una y otra vez con total soltura. Es Mi hijo una película intensa, desasogeradora, claustrofóbica que se crece a medida que avanza su corto metraje rodado con buen pulso por Martial Fougeron.
En el pasado Festival de San Sebastián fue premiada como mejor película ('ex aequo' con Niwe mung de Bahman Ghobadi). Una edición en la que también se premió el fantástico trabajo de su protagonista, Nathalie Baye, cuyo trabajo aquí es excelente. Aunque no os perdáis de vista tampoco el papelón de la criaturita, Víctor Sevaux.
Lo mejor: Que no deja indiferente al espectador y el trabajo de Nathalie Baye.
Lo peor: Algunos excesos dramáticos introducidos para reforzar la historia.
¿Quién dice que es fácil?
Puntuación: 2 estrellas.
Seguramente no sea nada fácil el que puedan llegar a enamorarse personas tan diferentes entre sí como los dos protagonistas de esta comedia romántica a la argentina. Es precisamente esa desigualdad entre los personajes la que alimenta y da aliento a esta historia escrita y narrada a mayor gloria de Diego Peretti, un actor algo histriónico muy querido allende los mares pero cuyas gracias de momento no terminan de dar los mismos frutos por aquí.
Peretti interpreta a Aldo, un tipo conservador de vida gris y disoluta, cuya mayor obsesión es controlar todo lo que sucede a su alrededor. Pero ese férreo control comienza a irse al garete cuando decide alquilar el piso de al lado suyo a una joven y bohemia fotógrafa que lleva quince años recorriendo el mundo y que está embarazada sin saber quién es el padre.
Entre ambos surge una relación en principio algo desconfiada que se torna amistosa y enamoradiza a medida que Aldo se percata de la fragilidad de la mujer pero también se da cuenta de lo anquilosado de su escala de valores.
Comedia típica y bastante al uso, ¿Quién dice que es fácil? Está dirigida por Juan Taratuto, que vuelve a hacer tándem con Diego Peretti. Juntos alcanzaron hace un par de años un sonado éxito, No sos vos, soy yo, comedia que batió récords de taquilla en Argentina y España dentro de su género.
Sin embargo, este segundo trabajo juntos dista mucho de los logros alcanzados y se conforma con ser una sencillota comedia romántica ideal como entretenimiento en una tarde en la que no haya nada mejor que hacer.
Lo mejor: El momento en el que Aldo le pide a su asistenta que le haga una paja.
Lo peor: Lo esquemático del guión, que la convierte en una historia totalmente previsible.
Hotel Tívoli
Puntuación: 1 estrella.
Cualquier espectador medio que se interese por este título en la cartelera de cine, pensará que la película que va a ver está ambientada en un hotel de la cadena Tívoli o al menos que la trama tiene alguna relación con un hotel llamado así.
Falso. Y es que los diablillos del marketing parecen haber descubierto un nuevo filón: titular una película como les plazca. Esperemos que no cunda el ejemplo y acabemos viendo películas que se titulen Misteriosa llamada Telefónica, El Renault que te trajo a mí o Mi vida con Carrefour.
Y es que este Hotel Tívoli más bien podría haberse llamado El mechero, que es el auténtico protagonista de esta cinta de historias mínimas entrelazadas por el caprichoso azar de un encendedor que va siendo abandonado y recogido por diferentes personas en todo el mundo (Portugal, España, Groenlandia y hasta Argentina).
Todas estas pequeñas historias tienen como protagonistas a un elenco de actores de lo más granado (Nancho Novo, José Ángel Egido, Marta Sarralde, Cristina Piaget…) que se meten en la piel de unos personajes sometidos al peor de los vaivenes, el amor en sus diferentes formas y fases.
En lo que se refiere a las historias, pues las hay para todos los gustos. Todo por obra y gracia de su director y guionista, Antón Reixá, que nos ofrece un collage de historias bastante aburridas, poco imaginativas, algo cansinas y de escaso interés salvo fugaces momentos (la historia de Luis Tosar y poco más).
Lo mejor: La historia de Luis Tosar, por destacar algo.
Lo peor: Que casi ninguna de las historias llega a interesar al sufrido espectador. |