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¿La Casablanca del siglo XXI?
El buen alemán
Mujeres fatales, personajes vulnerables, vicios ocultos, turbios misterios y clarooscuros emocionales marcaron la estética del cine negro de los años 40. Un universo fílmico que ha influido notablemente en generaciones posteriores y al que ahora, en pleno siglo XXI, se rinde un apreciable homenaje en El buen alemán.
Steven Soderbegh se encarga de la dirección de una cinta plagada de referencias al cine de Howard Hawks, Jacques Tourneur, Otto Preminger o Fritz Lang. Aunque sin duda, la referencia cinéfila que destaca sobre el resto es la Casablanca dirigida por Michael Curtiz.
El buen alemán logra que el espectador tenga la sensación de haberse trasladado realmente a aquella zépoca. Algo a lo que contribuye una fotografía realmente sobresaliente que en algunos tramos hace uso de imágenes reales del Berlín bombardeado. Hay diálogos brillantes, y el montaje y la situación de la cámara calcan a la perfección a los maestros de aquella época.
Sin embargo, salí de verla con la impresión de que la película, técnicamente perfecta, me había dejado permanentemente en fuera de juego. No me involucró y en algún momento me desesperó. Quizá sea porque el guión es algo farragoso y que me llevó a sentirme perdido en algún momento. Así que prestar mucha atención si vais a verla.
La cinta está interpretada por los siempre eficientes George Clooney y Cate Blanchett. También aparece Tobey Maguire, que no termina de perfilar un personaje breve y con muchos dobleces.
La trama se desarrolla en el Berlín de la Conferencia de Postdam en 1945. Hasta allí llega Jake Geismer, un corresponsal de guerra americano cuyo chófer, un chico entusiasta, aparece muerto en la zona rusa. Geismer se sorprende que ni los rusos ni los norteamericanos parezcan muy dispuestos a investigar los motivos. Y sus propias indagaciones le llevan hasta la novia del soldado, una mujer fatal, un antiguo amor de Geismer con el que se reencuentra en una ciudad arrasada donde la corrupción camina a sus anchas.
El buen alemán es una recopilación de elementos del cine de los años 40 brillantemente logrado, pero no terminé de empatizar con los personajes. Le doy: 3 estrellas.
Breaking and entering
Con voluntad de retrato generacional, sociológico, urbanístico y paisajístico, el director Anthony Minghella (Cold Mountain, El talento de Mr. Ripley) ha decidido situar en el barrio londinense de King’s Cross la acción de su primer guión cinematográfico.
Para quienes no lo conozcan, diremos que esta zona al norte de Londres fue durante décadas una de las más peligrosas para residir como consecuencia de más de un siglo siendo el barrio más pobre de la capital británica.
Los tiempos cambian y el barrio de King’s Cross (ese mismo en el que Harry Potter toma el expreso para Hogwarts) ha sufrido uno de los planes de renovación urbanística más ambiciosos de Europa.
Breaking and entering es fiel reflejo de esa voluntad de cambio. Una historia de los diferentes mundos que cohabitan en las grandes ciudades. Por eso, Minghella escoge como protagonista a Will (Jude Law), un arquitecto paisajista que acaba de asentar su estudio en King’s Cross para trabajar en el proyecto de recuperación urbana. Sucede que la oficina es robada una y otra vez y Will decide pasarse las noches vigilando para pillar al atracador con las manos en la masa.
Una noche, descubre que el perspicaz ladrón es un chaval, Miro, al que sigue hasta su casa. Esta casualidad le lleva a conocer a la madre del muchacho, una exiliada bosnia llamada Amira (Juliette Binoche) de la que poco a poco se va enamorando. El encuentro sentimental se produce en un momento en el que Will siente que su vida con su pareja, más preocupada de su hija autista que de él, va a la deriva.
Es entonces cuando los robos físicos se transforman en emocionales, y cuando los personajes van descubriendo sus auténticos sentimientos en busca de una redención personal.
Por desgracia, en Breaking and entering no encuentro ningún atisbo del buen cine al que nos tiene acostumbrados Anthony Minghella. Esta historia de pijos que se redimen mediante la compasión de los pobrecitos desgraciados me interesó bastante poco y se me hizo larguísima. Me dejaron absolutamente frío las diferentes tramas ante la insustancialidad de unos personajes que en ningún momento lograron arrancarme la más mínima simpatía e interés.
Breaking and entering tiene un guión absolutamente plano y aburrido que en ningún momento logró arrancarme simpatía por ninguno de los personajes. Le doy: 1 estrella.
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