Festival La Extrem Circus ‘07 (Macael, Almería)
Con el grato recuerdo de las experiencias electrónicas vividas en Creamfields 2006 aún en la retina, y resonando aún los ecos de lo acontecido en la pasada edición de La Extrem Circus, Macael (Almería) volvió a acoger la tercera edición de este original festival. En su línea de fomentar la visión más provocadora e inquietante de las artes escénicas, ofreció un exquisita selección de grupos que prometía brindarnos en clave techno pop un entrañable guiño a la década de los 80, con Fangoria y Sarassa’s Music como cabezas de superlujo de un cartel completado por el dúo bilbaíno BABA y los grupos almerienses Ortofálico Chisme y Hospital Provincial. Lástima que su desinterés por estos grupos jóvenes y menos conocidos del cartel impidiera a una indocumentada Nancy Anoréxica presentar el evento con la profesionalidad, la dignidad y el rigor que de él debía esperarse a estas alturas del viaje…
El grupo almeriense Ortofálico Chisme abrió la velada apostando fuerte por una propuesta de pop-rock con tintes anglosajones, de dicción intensa y nerviosa y guitarras urgentes. Esgrimiendo una actitud provocativa al estilo de Semen Up, desarrollaron un sonido contundente y vertiginoso con reminiscencias a Mendetz, sorprendiendo por su saber estar en el escenario. Eso sí, algo marcado por los continuos alegatos de desinhibición sexual a cargo de un cantante que se debatía entre movimientos eléctricos y entonaciones bunburianas que incitaban a la valentía en el arte de la exhibición genital. Una eficaz y cuidada instrumentación les hizo capaces de unir en un potpurrí imposible una gama de clásicos, desde la demoledora versión del “Blue Monday” de New Order, a “Me gusta ser una zorra” de Las Vulpes, pasando por el “God save the Queen” de Sex Pistols y la inesperada “Horror en el hipermercado”.
Desde Bilbao llegaban Yogurinha Borova y Fernando Carvalho, con su proyecto BABA (que ya desfilaron por las fiestas de En Plan Travesti), presentando su propuesta techno-aeróbica, de falsetes semioperísticos, humor censurador y autocrítico. Con su electrónica de consumo lúdico, se recrearon en la explotación visual del binomio “chico desaliñado de aspecto retro-indie detrás de portátil + travesti animadora y bailarina“. Un techno pop entre nostálgico y desencantado, donde la ironía y la acidez se dan la mano, envolviéndose tras bases algo oscuras y temas rayando el absurdo, que no defraudaron a un público que comenzaba a calentar motores ante lo que se avecinaba.
Con mayores dosis de introspección pero sin renunciar a los ritmos bailables, los almerienses Hospital Provincial adoptaban una actitud más sobria para presentar su electro pop melancólico y sereno, cargado de buenas muestras de su gusto por las melodías accesibles y letras tristes (“Animal de compañía”, “Insatisfacción”), no exentas de una sutil elegancia.
Los bpm habían ido calando progresivamente en un público que vivió uno de los momentos más álgidos de la noche cuando el desconcierto festivalero de Sarassas Music hizo acto de presencia de la mano del trío Mcnamara-Villatoro-Querol. Estos tres activistas del cutre-glam, que irrumpieron en el escenario de una guisa de claro trasfondo visual ochentero (chupa amarilla del gran Fabio, cresta a lo Sigue Sigue Sputnik de la Querol, pelucón y lentejuelas de Villatoro), ofrecieron momentos absolutamente geniales e inolvidables. A diferencia de su primera y hasta ese momento única aparición en el Sol, sorprendieron con un apabullante inicio presentando tres temas de su inminente próximo álbum. Especialmente celebrados fueron el demoledor supersingle “Indiscriminadamente”, o la ácida dedicatoria a las Nancys Rubias, confirmando la línea histriónica, disparatada y ultrabailable de su primer proyecto. Por supuesto, no podían faltar los hits de “Mariclones”, que hicieron gozar a un público entregado al desenfreno de “¿Quién es ese hombre?”, la sublime desfachatez de “Hija de puta internacional”, o la desternillante desesperación de “¿Y mi marido?”. Una vez más, el desparpajo de las letras imposibles de Fabio y la hilaridad inherente a su genial locura provocativa y contagiosa volvieron a dejar sentado por qué es el artista de culto más adorado. Y es que sólo un genio como Fabio Mcnamara puede, a golpe de ocurrencias improvisadas, disparates y entradas a destiempo, conectar con esa insultante facilidad con un público que le agradecía su dedicación con devoción, entrega e infinita indulgencia.
Tras la extensa gira de presentación durante la primera mitad de 2007 (con apariciones históricas en Madrid y Barcelona), y la original e intensa experiencia de su maratón en Madrid, Fangoria aterrizó con su Extraño Viaje en Macael para poner el broche de oro a La Extrem Circus 2007, como antesala de su anunciada presencia en el Sonar y el FIB. Ante un público absolutamente predispuesto a la diversión místico-discotequera a la que nos tienen acostumbrados, Fangoria volvió a demostrar su capacidad para levantar pasiones allá donde presenten sus credenciales, ya sea descubriendo nuevo público o fidelizando viejos adeptos. Con una actitud cada vez más profesional y cuidada en el escenario, junto con la fuerza visual que esgrimen como marca de la casa, y la contundencia de su sonido en directo, no es de extrañar que hayan logrado inmortalizar sus fases de desenfreno discotequero (“Ni contigo ni sin ti”, “No sé qué me das”, “Retorciendo palabras”), o la nostalgia más grandilocuente (“Miro la vida pasar”), rescatando asimismo clásicos inolvidables (“En la Disneylandia del amor“). Optaron por ofrecer una versión corta del concierto, cuya recta final, de la que desterraron al Rey del Glam, quedó compensada por la espectacular sucesión de hitazos con que se despidieron, encadenando para gloria de los fans más experimentados, perlas de la talla de “Me odio cuando miento”, “Hombres”, o “Entre mil dudas”.
Al final, tuvo que saltar la anécdota, ya que Leopardo sí viajó a Macael, donde pudimos descubrir a Miss Topacio y Miss Andy presentando su reggeton travesti en los preparativos del intervalo blanco-negro del concierto, para horror de los adeptos a la filosofía y al techno drama de Fangoria, y regocijo de las adolescentes que por allí pululaban, más propensas al contoneo latino que a la inmersión en las melodías y letras únicas que han marcado una forma especial de entender y vivir la música.
dj farrow
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