Juan Flahn: “Madrid es un gran pueblo manchego”

Pocas horas antes del estreno
en los cines de Chuecatown, entrevistamos a Juan Flahn recién llegado a su
Bilbao natal para seguir con la frenética promoción de su ópera prima
Chuecatown. A la espera de conocer la respuesta del público, Juan desgrana
algunos detalles del film, no duda en asegurar que Chueca es un barrio bastante
anodino y, como no, habla de En Plan Travesti, la fiesta que le retuvo en la
noche durante 3 años.
-¿Cansado de
tanta promoción?
-Sí, llevo unos días
durmiendo bastante poco, con promoción en Barcelona, Madrid, ahora Bilbao y
dentro de unos días en Mallorca. Pero me gusta, lo estoy pasando bien.
-¿Qué
sensación tienes ante el estreno?
-Estoy acojonado, ¡tengo
bastante ‘mieditis’! Me asaltan las dudas de si este trabajo interesará a
alguien, de si tiene sentido... Pero ya está hecho todo. Ayer en Barcelona me
decía Genís que es normal que te asalten estas dudas al final y que lo que
tengo que hacer es olvidarme y empezar a trabajar en la siguiente película. Y
es verdad. Chuecatown ya no me pertenece a mí.
-Ahora le
pertenece al espectador. Muchos de los foreros de vivaelpop que ya la han
visto, opinan que es divertida.
-Espero que les guste y les
parezca graciosa y entretenida. Seguro que a algunos les parecerá una historia
demasiado superficial, pero creo que no está mal tampoco contar de vez en
cuando historias que sólo pretenden entretener. No podemos estar todo el rato poniéndonos
transcendentes. A veces es necesario lo contrario. Mi intención era meramente
divertir. Pero a lo mejor tampoco es tan intranscendente y Chuecatown sea
como una cebolla y contenga varias capas de subtexto.
-¿Cuanto
llevas viviendo en Chueca?
-Llevo desde el 2000 en
Madrid y siempre en el centro. Primero en la calle Bordadores, que es la calle
de los santos. Luego estuve cuatro años en la calle de las putas, en Montera,
muy feliz por cierto porque es una calle estupenda. Luego me fui a Cuchilleros,
que está muy bien pero el bullicio es peor, porque es el de los turistas. Que
no sé qué bullicio es peor, si el de los gays o los turistas, aunque cuando se
junta el de los dos, como en el Europride, imagínate. Y luego fui a Chueca, me
compré un piso con el dinero de los guiones que realicé para La casa de los
líos cuando los pisos estaban aún a un precio moderado.
-Chueca, ¿un
lugar ideal para vivir?
-¡No, en absoluto! No es nada
ideal, sobre todo en la semana del Orgullo, que ha estado el barrio lleno de
gente. Está muy bien que venga mucha gente y a mí me encantan las fiestas
populares. El Orgullo se ha convertido en la gran fiesta popular de Madrid.
Pero claro, está bien ir a la fiesta, pero no que la fiesta venga a ti. Y en
este caso, vino a mi casa y las he pasado un poco putas. Pero no me quejo. Han
sido un exitazo enorme aunque me haya tenido que exiliar de Chueca estos días.
-¿Y el resto
del año?
-Pues no está mal, se vive
bien. Pero tiene condicionantes negativos. A veces te apetece estar tranquilo y
es imposible porque hay mucho bullicio en la calle, sobre todo los fines de
semana. ¡Será que me estoy haciendo mayor y el centro de Madrid se me está
haciendo demasiado bullicioso!
-¿Ahora
prefieres la tranquilidad?
-Depende de los momentos,
pero estoy en una época en la que me apetece estar tranquilo e incluso muchas
veces solo o con muy poca gente. Con toda la movida de En Plan Travesti y esos
tres años tan frenéticos que han sido una especie de renacimiento de la ‘removida’,
creo que he tenido suficiente baño de multitudes y me conozco ya a la gente de
la noche, que son todos estupendos, pero ahora me apetece más estar solo.
-Independientemente
del jaleo de estos días, y de que estés en otra onda. Qué significa Chueca a
nivel personal.
-Es que para mí es solo un
barrio más de Madrid. No tengo una sensación de especial cariño. Cuando no
vivía en Chueca, tampoco salía por allí porque no ha sido una zona de marcha
hasta hace relativamente poco. Hace diez años que empezó a ponerse de moda.
Ante siempre iba a Lavapiés y el hecho de que me fuera a vivir a Chueca fue una
circunstancia más que me ha ayudado a rodar esta película. Pero no tengo un
especial cariño por Chueca. Tampoco odio el barrio. Simplemente es una zona más
para vivir que está muy bien porque hay mucha libertad y naturalidad, pero eso
también pasa por ejemplo en Lavapiés, donde hay mucha mezcolanza étnica y
muchas parejas gays van de la mano y no se cortan.
-Hay quien
piensa que es un gueto.
-No lo veo así, el gueto está
más bien dentro de cada uno de nosotros. Puedes ir si quieres de la mano con tu
pareja por el barrio de Salamanca, nadie te lo prohíbe. Siempre puedes
encontrar una mala cara, pero como te puede pasar en el mismo Chueca.
-Has
conseguido que cuando vaya por Chueca, mire de reojo… ¡por si las moscas!
-Jajaj, ¡qué exagerado! Todo
es pura fantasía, la película no obedece a ninguna realidad (¡espero!). Es un
divertimento para pasar el rato y no tiene ningún referente real.
-Entonces no
crees que si la burbuja inmobiliaria persiste puedan aparecer promotores inmobiliarios como Víctor…
-¡Hombre! De todo puede pasar
en esta vida. Como dice en la película Rosa María Sardá, la realidad siempre es
mucho peor que la ficción. Pero lo que está claro es que la burbuja sigue para
arriba y hay mafias que se dedican a echar de sus casas a señoras mayores con
alquileres de renta baja para quedarse con su piso y aumentar el precio de los
alquileres. Víctor llega a niveles mayores, porque lo que hace es matar para
quedarse con el piso.
-La película se inspira
libremente en los cómics Chuecatown de los que tanto tú como Félix
Sabroso y Dunia Ayaso habéis mantenido el nombre de los dos protagonistas pero
el resto de la trama no. ¿Por qué?
-Todo empieza porque nos
encargaron en un productora la adaptación del cómic. Lo leímos, nos pareció muy
bien pero no nos interesaba mucho la historia que narraba porque se centraba
mucho en las aventuras sexuales de los protagonistas. El cómic es muy
costumbrista y gracios0 pero muy centrado en la vida sexual. Y eso nos parecía
que para el cine ya estaba un poco superado. Decidimos no basarnos en el cómic
y presentamos al productor una escaleta sobre historias de gente de Chueca, con
problemas cotidianos, con muchos personajes que se entrecruzaban al estilo de Magnolia o Vidas cruzadas, y esa escaleta no les gustó nada. Querían algo más
comercial y cercano al estilo Torrente. Y a la salida de la reunión,
Félix dijo que ya tenía la historia y que versaría sobre un agente inmobiliario
que mataría a la gente para convertir Chueca en un paraíso. Escribimos el
proyecto y gustó.
-La película
habla de la modernidad, de un barrio que se mantiene fiel a sí mismo y al que
algunos quieren conceder una modernidad que no tiene.
-Eso es exacto. Madrid tiene
presunción de modernidad cuando en realidad es un pueblo cateto. No quiero
ofender a nadie, pero es que Chueca por ejemplo tiene ese punto. Los que
vivimos allí nos creemos que estamos viviendo en el sitio más ‘in’ de la
ciudad, pero el barrio arquitectónicamente es feo, no tiene sitios bonitos y
eso lo he comprobado ahora al tener que rodar en él. Y los habitantes de toda
la vida allí siguen. En mi portal soy el único con menos de 40 años, casi todos
los demás vecinos son señores mayores que son bastante reticentes a lo nuevo.
Cuando llegué al piso, me hicieron un interrogatorio porque no querían que
quitara un tabique y montaron un pollo porque quité la puerta y puse una nueva
de seguridad. Me decían: “¡Te estás portando muy mal, Juan”! Por otra parte,
imagino que estos vecinos reticentes deben estar encantados del cambio que ha
pegado el barrio, porque de ser un nido de yonkis, ahora las calles son más
tranquilas y hay gente.
-¿Por qué crees que la comedia
española es tan costumbrista?
-Es que lo interesante es
charlar de aquello que tienes cerca, del día a día. España entera es muy
costumbrista. Madrid es un pueblo manchego muy grande. Pero en el caso de Chuecatown,
la historia no es tan costumbrista. Está en el plano realista pero es más bien
un thriller cómico negro con crímenes.
-A la hora de
preparar la película, ¿te inspiraste en algún autor?
-Me gusta mucho Hitchcock y
Brian de Palma, porque le copia a Hitchcock, y muy bien por cierto. He
intentado hacer alguna de las secuencias al estilo de Hitchcock aunque no le
llego a la altura de la suela del zapato, obviamente. Por ejemplo, la escena
final de la sauna se desarrolla allí siguiendo las instrucciones de Hitchcock,
que decía que si tú vas a rodar a Holanda, tienes que hacer una gran escena con
los molinos de viento de fondo o si vas a Nueva York, tienes que hacerlo con la
Estatua de la Libertad. Como arquitectónicamente Chueca no tiene ningún
edificio emblemático y es un barrio bastante anodino, metí al protagonista en
la sauna, que hay muchas.
-¿Cómo
consigues enrolar a Concha Velasco y Rosa María Sardá en el proyecto?
-Al principio, pensé que Rosa
María Sardá era perfecta para el papel de Antonia, y ella que es muy
inteligente evidentemente me dijo que no porque no se veía interpretando a una
mujer castellana muy burra porque ella tiene la imagen de mujer fina catalana.
Y tenía razón. Fue ella misma la que me dijo que quería el papel de Mila.
Concha Velasco es el contrapunto de Sardá. Le mandé el guión con pocas
esperanzas porque pensé que no aceptaría. Pero lo leyó, le gustó y me llamó
inmediatamente. Es muy simpática.
-Para Concha
Velasco, es un registro muy diferente a lo que la hemos visto siempre. A la
hora de preparar el proyecto, ¿tuvo dudas?
-No, no tuvo ningún problema.
Ella es un poco mal hablada y dijo todas las barbaridades del personaje sin
problemas. No dudó, me dijo que se ponía en mis manos porque le encanta que la
dirijan y no hubo ningún problema ni con ella ni con ningún otro actor.
-En el caso
del reparto masculino, ¿lo tuviste todo tan claro?
-No, el de Víctor (Pablo
Puyol) tuvo varios candidatos. Me costó encontrarlo. Barajé a actores guapos,
como Alberto San Juan, pero necesitaba que tuvieran bastante cuerpo de gimnasio
para dar el pego del chico de Chueca que se pasa mucho tiempo en el gimnasio. Y
Pablo, además de buen actor, era perfecto.
En el caso de Peón y Carlos
fue diferente. A Pepón le tenía claro desde siempre. Como es muy impaciente, me
llamaba muchas veces para ver si ya le confirmaba el papel, pero es que en ese
momento aún no tenía cerrada la presencia de Carlos Fuentes por diferentes
motivos. Y quería que ambos fueran la pareja porque sé que se conocían, habían
trabajado juntos y eran amigos. Que ya exista algo de complicidad entre dos
actores es muy importante cuando sus personajes tienen que besarse, achucharse…
sobre todo porque no teníamos tiempo ni para ensayar ni para nada.
-Creo que el
que peor lo pasó fue Pablo Puyol porque tenía muchas escenas sin diálogo que
eran pura persecución y poner caras…
-El pobre se pasaba muchas
noches persiguiendo a los protagonistas. Se supone que su misión es lograr
pisos y tiene que vigilar a las ancianas, controlando horarios, etc. Había
muchas noches que Pablo sólo ponía caras escondido tras una furgoneta. Y claro,
a veces me preguntaba: “¿Qué cara tengo que poner, la 32?”. “No, la 48”, le
respondía. Se aburrió bastante algunos días.
-El rodaje ha
tenido muchas dificultades por las obras que había en el barrio, por los
ruidos, el tráfico…
-Lo pasé bastante mal. Hubo
momentos de mucho caos. Como no teníamos mucho presupuesto, no disponía de todos
los medios que me hubiera gustado. A veces había que hacer encaje de bolillos
para sacar adelante el plan de rodaje, que era muy apretado. Hubo mucho
sufrimiento incluso en los interiores. Hay una misma localización que en la
película aparece en dos secuencias diferentes como si fueran dos sitios
separados por medio kilómetro aunque sean el mismo lugar. Pero salió adelante…
-La
interpretación de La Prohibida, aunque breve, es de los mejores momentos de la
cinta. ¿Cómo se te ocurrió darle el papel de concejal conservadora?
-Se me ocurrió de repente. Como
era un personaje muy pequeñito, quería que lo hiciera alguien conocido. Pensé
en Loles León por ejemplo. Pero el papel era muy pequeño y no me motivaba,
hasta que caí en la cuenta de que lo podía hacer La Prohibida, que es mi amiga,
y tiene mucha gracia que el papel de una concejal conservadora como Laura Roderas
lo interpretara una travesti. Se lo leyó, le pareció estupendo y lo hicimos.
-Hablando de
La Prohibida. Con ella, más Agnes la Sucia, Glenda Galore y Roberta Marrero en
su comienzo estuviste durante tres años organizando En Plan Travesti, que cerró
sus puertas en noviembre. Con el paso del tiempo, y los ánimos más templados, ¿cómo
recuerdas aquella etapa de tu vida?
-Me lo pasé muy bien. Esa
etapa la recuerdo como algo estupendo. Aprendí muchísimo. El hecho de que el
otro día diera el pregón en Chueca con tanto desparpajo y tranquilidad se lo
debo al EPT, donde tenía que presentar delante una veces de mucha gente, otras
de menos. Si algo debo agradecer a todos mis compañeros del EPT, a las
excompañeras y a la gente que ha iba es ese aprendizaje y lo bien que lo pasé.
Le debo mucho al EPT. Y sé que todos los demás, incluida La Prohibida que sin
embargo es la que menos lo necesitaba porque ella ya era una estrella por sí
misma en el ámbito madrileño, han avanzado un poquito en sus ámbitos gracias al
EPT. Ha sido positivo para todos. Hubo muchos problemas, líos, algunos enfados,
pero sobre todo porque al principio nos sorprendimos nosotros mismos de lo que
se había generado. No supimos manejar el incipiente éxito, y digo incipiente
porque al principio no era tal éxito, acudían 50 personas...
-Y todos
amigos...
-Claro. Pero de repente hubo
una serie de malos rollos extraños, y empezamos a recelar unos de otros, no sé
muy bien por qué... aunque sí recuerdo cómo se producían los acontecimientos...
Eran recelos, miedos, sospechas. Éramos amigos pero tampoco tanto, más bien
conocidos de la noche. A Agnes y Glenda no les conocía apenas, nos presentaron
un mes antes en la fiesta del preestreno de Descongélate. Yo vivía con
Roberta desde hacía seis meses pero era algo también circunstancial, no éramos
amigos íntimos, y a La Prohibida la conocía de vista... Quizá recelamos mucho
de nosotros en ese momento y quizá de ahí vinieron algunos roces y piques.
-De todo ello
vas a hablar en un libro.
-Estoy escribiendo ‘La
verdadera historia de En Plan Travesti’ y me gustaría publicarla en breve.
Quiero quitarme la espina, porque escribir tiene una función terapéutica muy
interesante y me estoy quitando muchas cosas de encima, ¡que tampoco es que
sean tan terribles! Lo que quiero es hilvanar los acontecimientos para ver si
yo mismo comprendo qué paso, no tanto en lo relacionado a los malos rollos,
sino por qué se generó el éxito del EPT que yo creo que ninguno lo sabemos. Lo
que sí está claro es que el EPT fue el detonante para que nuevas figuras como
La Flor de Alcorcón o Aviador Deluxe surgieran y son ellos ahora los que han
cogido el testigo de las fiestas y se ha revitalizado bastante la noche
madrileña.
-¿Existe eso
que algunos llaman ‘removida’?
-Existe para quien quiera creer que existe. Es lo mismo
que si te pregunto sobre la existencia de Dios. Si crees en él, dirás que
existe. Si te gusta creer en la ‘removida’ y te sientes integrado, pues
estupendo. Y sino, pues también estupendo. Por mi parte, creo que hubo una
eclosión de gente que de repente quería hacer cosas, y surgió a raíz del EPT,
quizá por el momento, porque no había otra cosa o simplemente llegamos en el
momento adecuado... Y eso hizo que la cosa creciera. No sé si existe la ‘removida’
o no, pero por ejemplo Putirecords antes del EPT no había grabado nada, y mucha
gente como él que ha pasado por el escenario del EPT –que quizá no tenga tanto
talento como Putirecords- se ha puesto a hacer cosas. Y lo importante es hacer
cosas. Mi primera película puede ser mala pero la segunda la haré mejor. Lo
fundamental es trabajar.
-¿Volverá el
EPT?
-No, como evento mensual
desde luego. Además, Agnes, Glenda y yo somos muy metódicos, frente a la
travesti que es más dispersa. Nosotros tres en ese sentido no somos nada
travestis, somos muy pesados y por eso nos gustaba que fuera cada mes, ser
puntuales, actualizar la página, hacer eventos sorprendentes, no repetir
modelos... Y como no tenemos tiempo ya para eso, como evento mensual no volverá.
A lo mejor de repente se nos puede ocurrir hacer uno, estoy pensando en el próximo
mes de noviembre y celebrar el primer aniversario de la ‘muerte’ del EPT o a lo
mejor presentamos mi libro ahí... ¡Yo qué sé!
-Nochevieja,
el Orgullo Gay y la fiesta anual EPT...
-Jaja, bueno es que tampoco
estoy anunciando que sea anual. Quizá hagamos un EPT desperdigado y luego ya no
vuelva nunca o hagamos otro dentro de 3 años...
-Sobre el EPT
llovieron ríos de tinta, sobre todo en internet. A nivel personal, ¿hubo alguna
polémica que te llegara a afectar?
-Muchas cosas del EPT me han
llegado al alma. Pero tampoco me han afectado como para traumatizarme. Sobre
todo me sorprendían no las críticas que venían de fuera sino el comportamiento
de nosotros mismos dentro de la organización, de los 5 que éramos al principio.
Muchas veces no comprendía que estaba pasando, no podía creer que nos comportáramos
así contra nosotros mismos. Hay aún muchos resquemores guardados y por eso
quiero quitármelos de encima sacando el libro y pasar página definitivamente.
Tampoco es nada grave, son enfados infantiles que por otro lado tienen su
gracia si los ves desde fuera y de forma aislada.
-Pero desde
luego te marcó durante una larga etapa.
-El EPT nos ocupó tres años
de nuestras vidas. Cuando terminó le dije a Agnes y Glenda: “Bueno, y ahora ¿de
qué vamos a hablar?”. Los tres nos reuníamos siempre para hablar y organizar el
EPT, no colaborábamos juntos en otros proyectos. Y esos 3 años nos han
absorvido mucho. Nuestros amigos más cercanos nos decían que nos estábamos
obsesionando, que nos olvidáramos del EPT...
-Finalmente
las cosas no tienen tanta importancia. Somos nosotros quienes se la damos.
-Claro, y creo que al EPT lo
sobredimensionamos todos. No creo que en las cosas que pasaron hubiera
culpables o inocentes. Todos teníamos nuestra parte de culpa en lo que pasó, que
tampoco fue tan terrible. No hubo crímenes ni nada...
-¿Tienes
noticias de Kitty Samaniego?
-¡Está escribiendo el libro!
(risas) Es la forma de poder contar todo en tercera persona. Subirme a una
atalaya y poder contar los hechos desde una cierta distancia, porque en el
libro también voy a contar cosas sonrojantes de mí mismo, no sólo de los demás.
-¿Tienes
prevista alguna nueva colaboración con Chico y Chica?
-Parece ser que quieren hacer
una precuela de ‘4 en Alicante’. Imagino que me llamarán para hacer algún
papel, pero aún están escribiendo. creo que grabarán antes de que acabe el año
que es cuando quieren sacar su próximo disco. Aunque no lo sé, ¡porque son tan
lentos en algunas ocasiones que me exasperan!
-¿Tienes ya
alguna idea para tu próxima película?
-Tengo una historia, pero es
muy complicada. La primera secuencia se desarrolla en una carretera de un
puerto de montaña, lloviendo, con truenos... Una cosa difícil de rodar de
entrada. Y me da mucha pereza. Lo que quiero es rodar algo más tranquilo, tipo
Woody Allen, de dos chicas charlando sentadas en una cafetería... No tengo idea
de algo inmediato porque estoy colaborando en una serie de televisión y lo que
quiero es descansar y ver qué aceptación tiene la película.
Gracias a Iván Trash por la entrevista